Capítulo veintiocho

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Yoko llegó a la casa.

—Ya llegué. — avisó, pero nadie le contestó.

Caminó hacia la cocina y se sirvió un vaso de agua. Luego subió las escaleras y cuando caminaba hacía su habitación, se encontró con su madre.

—Hola hija, ¿cómo te fue en la universidad? — preguntó Freen.

"Agotador, aburrido, cansador"

—Bien.

—¿Tienes tarea que hacer?

Yoko asintió. Si algo había aprendido estos últimos días, era que debía hacerle caso a su madre en todo lo que le decía si quería que la quisiese.

—De hecho sí, el proyecto es grupal de biología. Me juntaré en la casa de Gun para hacerla.

Freen frunció el ceño.

—¿Ese chico matón de tu curso? — ella asintió —Perdóname, pero con él no vas a hacer tu tarea.

—Bueno, considerando que somos once las personas que vamos a clases particulares durante las vacaciones y que soy la única mujer ahí, se me hace imposible no hacer la tarea con un hombre.

Freen estiró su mano hasta su mejilla y la acarició con una ternura que la asustó.

—Lo lamento, Yoko, pero me temo que tendrás que hacer la tarea tú sola. Eres una chica muy guapa, y no confío en ese chico y ni en ningún otro como para dejarte sola con él.

Yoko la miró sin pestañear. Era probablemente lo más acogedor que le había dicho durante todo el verano. Y su corazón se encogió con la simple idea al creer que se estaba ganado un poco del afecto de su madre.

—Está bien, mamá. No te preocupes, haré el trabajo sola.

Freen asintió, satisfecha y la dejó sola en su habitación para que comenzara con su proyecto. Yoko sacó su libro de biología del bolso e intentó concentrarse en su investigación, aunque sus pensamientos solo estaban puestos sobre su tía y el hermoso que sería tenerla a su lado en ese momento. Poder sentir sus manos vagar por cada curva de su cuerpo, el caliente contacto de su piel con la suya mientras que su lengua recorra lugares que ni ella misma sabía que existían.

Se enrojeció de calor antes el simple pensamiento de ella encima de Faye montándola, mientras se desliza de arriba hacia abajo, controlando el placer de ambas, disfrutando de la dulce melodía de su voz, ronca y áspera, al oírla gemir un "Yoko" lleno de lujuria en su oído. Su cuerpo hervía por Faye. La deseaba aquí y ahora.

El sonido de la puerta de su habitación sonar la sobresaltó. Pensando que era su mamá quien la llamaba para bajar a cenar, contestó con lo primero que se le vino a la mente.

—Ya estoy que termino mi trabajo mamá, lo acabo y bajo a comer.

—Tengo algo mucho mejor para darte de comer, pequeña.

Yoko sonrió al reconocer su voz. Faye entró a la habitación. Las comisuras de sus labios levantaron hasta formar una pícara sonrisa y acercándose hasta la orilla de su canal tomó su mano y le quitó el lápiz para luego acercarla a sus labios y depositar dos sonoros besos en el dorso de su mano. Yoko sintió la suavidad de sus labios recorrerle entre sus dedos.

—¿Qué haces aquí? — logró formular ella, entremedio de un jadeó.

—Vine a alejarte un poco el estrés de la universidad. — gruñó, apartando los libros y útiles escolares a un lado para sentarse a su lado.

—Me parece estupendo pero... Mamá y Becky nos pueden escuchar...

—No te preocupes por eso, fueron a cenar y me dejaron bajo tu cuidado. — dijo mirando los primeros botones de su camisa que cubrían sus atributos, los cuales le pedía ser desabrochado —Joder, no hemos follado hace mucho y te necesito...

Yoko bajó la mirada a la abultada erección de Faye, ella también la necesitaba. Con desesperación.

—Hazme el amor, Faye. — le imploró ella, con sus ojos oscuros por el deseo.

Y tomando a Faye por el cuello de la camisa, la jaló para devorarle los labios salvajemente.

Una Tía Sucia [FayeYoko G!P]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora