Capítulo trece

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Yoko no se pudo resistir, no a ella, instintivamente cerró los ojos y rodeó su cuello con los brazos. Faye profundizó el beso pegándola más a su cuerpo, demostrándole así lo duro que ya la tenía. Yoko gimió sobre sus labios.

—Mmh... — gruñó Faye —La tengo muy dura

—Entonces... Haz algo al respecto.

Y por supuesto que lo iba a hacer. Incapaz de soportar por mucho tiempo más, acunó con sus manos su trasero y la levantó, obligándola  a qué envolviera sus piernas en las caderas de ella, en poco tiempo ya estaban en la habitación de su hermana. Aún besándose, Faye la dejó encima de la cama matrimonial y le desabrochó los primeros botones de la blusa, dejando ver así sus pechos cubiertos por un atractivo sostén negro

—P-Faye — gimoteó —Hazme el amor...

—Con una sola condición.

—¿Cuál? — preguntó con desesperación, dispuesta a hacer cualquier cosa.

Faye deslizó su mano por su seno derecho. Lo acarició sobre la tela del sostén y aún así, pudo sentir lo duro que estaba su pezón. Yoko volvió a gemir.

—Por favor, haré lo que tú quieras.

—¿Lo que sea?

—Sí...

—Entonces... Dime qué cumplirás con más reglas.

Yoko la miró, esta vez con el ceño fruncido. Se incorporó mejor en la cama e iba a hablar, pero se le adelantó.

—Prométemelo, aunque sean las dos primeras.

—Ya te dije que no — dijo segura, y es que no pretendía ceder.

Y eso bastó para que Yoko se le fuera la excitación de golpe, sustituyéndolo por molestia. Apretó los puños tan fuertes, que las manos le comenzaron a temblar y se levantó de la cama para dirigirse hacia Faye. Sus músculos se tensaron, y mientras le hablaba, la estaba apuntando con el dedo índice como si se tratara de un padre llamándole la atención a una hija fastidiosa.

—Si no lo haces...

—¿Y si no lo hago qué? — dijo firme, desafiándola.

—Llamaré a tu mamá Freen — le amenazó.

Enseguida Yoko se tensó. Su pulso se aceleró, y comenzó a respirar agitadamente. Su tía estaba jugando muy sucio con ella, y de la peor manera.

—No te atreverías a llamarla — Le dijo, ahora mirándola con terror.

—Claeo que sí. Y tenlo por seguro que lo haré.

—Tía Faye, por favor, no llames a mamá Freen — le pidió.

—Entonces prométeme que cumplirás las primeras dos reglas, solo esas te pido.

Yoko solo bajó la cabeza.

—Ok, tú lo quisiste así. Llamaré a tu mamá — y se giró con la intención de irse

Pero Yoko la siguió.

—Tía Faye, no la llames — suplicó al borde del llanto —Por favor, ¡Por favor! — gritó, pero Faye la ignoró, y para entonces Malisorn ya se había encerrado en su cuarto, y colocó seguro q la puerta, para que ella no pudiera entrar.

Pero Yoko no se movió de ahí. Apretó los labios, mirando la puerta y sintió sus ojos arder por las lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos. Tragó saliva bruscamente, para desatar el nudo de su garganta y abrió la boca para hablarle, porque sabía que aunque no la viera, Faye aún la escuchaba, pero lo único que consiguió fue que sollozara. Tapó rápidamente su boca con las manos y ya no aguantó, varias lágrimas deslizaron por sus mejillas.

Y fue ahí cuando entendió que Faye no la escucharía. Lentamente, se giró y caminó hacia su habitación para tirarse a su cama y llorar en su cama.

Una Tía Sucia [FayeYoko G!P]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora