Capitulo treinta y nueve

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Freen se quedó inmóvil mientras veía a Yoko caminar hacia el embarque del avión. Y el mundo se le cayó abajo. ¿Que le había dicho su hija? Por supuesto que la quería. La amaba tanto que hasta la asustaba. Siempre había planeado una vida perfecta para ella. Había conseguido inscribirla en la mejor universidad de la ciudad, y lo único que quería era que fuese una chica inteligente y que tuviera un buen futuro. Pero todo había salido mal.

Entonces reaccionó. Oh, que ciega había sido. Faye y Becky tuvieron la razón todo el tiempo, ella era muy dura con Yoko y merecía algo mejor que una buena escuela y un buen futuro. Corrió hacia Yoko y la alcanzó antes de que subiera al avión. La cogió del brazo mientras la volteaba y la alejaba de la multitud.

—No vuelvas a decirme eso, señorita. — la voz se le quebró —Te quiero, Yoko. Eres mi hija y no permitiré que vuelvas a hablarme de esa forma. ¿Me entiendes? Ahora muévete que nos volvemos a casa.

Los ojos de Yoko abrieron completamente y brillaron de una manera que a Freen le conmovió.

—¿De verdad?

—Sí, y más te vale quererme de la misma manera en que yo te quiero, o lo lamentarás.

Freen abrió los brazos y la abrazó fuertemente. Yoko le correspondió el abrazo enrollando sus brazos alrededor de su espalda. Era una sensación tan hermosa que ya había olvidado lo que significaba un abrazo de parte de su madre y se sentía fantástico y reconfortante. Mientras se seguían abrazando, Yoko sintió que al fin su madre la quería.

Faye bebió de su Red bull una vez más. Otra lágrima cayó de sus ojos. Basta, llorar es para niñas. Pero es que Yoko la había hecho débil, y joder, cuánto la extrañaba. Había llorado tanto que pensaba que se iba a deshidratar. La ausencia de Yoko en la casa está algo que no podía ignorar, y la necesitaba. Demasiado.

—¿Faye? — la deliciosa melodía de una mujer llenó sus oídos. Y supo al instante de quién se trataba.

Se giró. Y la vió ahí parada a la mitad de la sala, tenía una mochila en el hombro y Freen estaba detrás de ella quien le sonrió débilmente. Yoko se acercó a Faye con una rapidez que no vió y se lanzó en sus brazos. Faye se estrechó fuerte contra ella, cerró los ojos y nuevas lágrimas cayeron, pero esta vez por felicidad. Yoko la hacía feliz.

—¿Estás llorando? — preguntó ella, limpiando suavemente su rostro con las manos.

—Por ti. Todo por ti, Yoko.

Y la besó. No le importó que Freen estuviera ahí, lo único que quería era poder besarla. Besarla y decirle cuánto la amaba.

—Te amo, te amo. — repitió Faye sobre sus labios —Tú me haces feliz, Yoko. Por favor no vuelvas a irte de esa forma.

—No lo volveré a hacer. Te lo prometo. — rozó su nariz con la suya —Te amo mucho.

Freen apareció detrás de ellas. Tenía a Becky rodeada de la cintura mientras trataba de decir algo,.pero al parecer se le hacía difícil de explicar.

—Vamos miamor. — dijo Becky, besándola en la mejilla —Diles.

—Bueno. — las miró a ambas —Les debo una disculpa a las dos. Yo... Eh, me comporté como una idiota ayer. Y después de todo, tienen todo el derecho de estar juntas. Así que ámense.

—¿Hablas en serio? — preguntó Yoko con los ojos brillosos. Ya no faltaba mucho lata que se echara a llorar de la felicidad.

—Claro que sí, cariño. — le sonrió —Te quiero, y si con Faye eres feliz, entonces no me interpondré en su camino.

—Gracias, Freen — habló Faye con una estúpida sonrisa en el rostro. Y es que no había parada de sonreír como imbécil desde que Yoko volvió.

—No tienes que agradecerme nada.

Yoko miró a Faye de una forma que la estremeció.

—Ahora que todo está bien, ven aquí y dime cuánto me amas.

Faye sonrió y su cara se puso seria mientras el amor que sentía por ella la consumía por dentro.

—Te amo, Yoko. Y eso nadie ni nada lo cambiará jamás.






Fin.


Una Tía Sucia [FayeYoko G!P]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora