Capitulo veinticinco

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Yoko rió mientras corría por la sala principal. Se detuvo, tratando de abrir la puerta que daba acceso al jardín pero tenía seguro cuando de repente, unos fuertes brazos la tomaron de la cintura jalándola hacia atrás. Yoko chilló.

—Te encontré. — dijo Faye riendo al mismo tiempo que ella.

—Ya, suéltame. — se movió tratando de que la soltara, pero Faye no cedió.

—No hasta que te disculpes.

—¿Por qué? — preguntó con la voz más inocente que pudo hacer

—¡Por hacerme esto! — señaló con el dedo su cara, la cual tenía dibujado unos graciosos bigotes y lentes —Que manera de despertarme, ¿Eh?

—Perdón. — hizo un puchero —Es que no depertabas y estaba aburrida — carcajeó.

—¿Con que te hace gracia? — arqueó una ceja —Vas a tener que recompensarme por manchar mi hermoso rostro.

—Yo creo que te ves muy guapa así — rió —Vamos, no te enfades, Faye.

Faye sonrió. Como le encantaba que la llamara por su nombre y no como su tía. Ya habían pasado dos semanas y las cosas entre ellas iban de maravilla. Faye no podía ser más feliz con ella, y estaba dispuesta a todo por estar con Yoko. Lo sabía, sabía el riesgo que podía correr si su hermana o Freen supiera de la relación con ella en secreto. Pero la amaba y eso era lo único que le importaba.

Faye le echó una mirada rápida a su alrededor, cerciorándose de que nadie las estuviera observando y la besó. Yoko se relajó y enrolló sus brazos en el cuello de la mayor. Siempre se relajaba cuando la besaba, era como estar en un paraíso donde su mamá o su madrastra no estuvieran y solo existieran ellas dos. Faye profundizó el beso pegándola más a ella, deslizó sus manos por su espalda y las colocó en su cintura y joder, cómo le gustaba el sabor de sus labios...

—¡Yoko! — se escuchó la voz de su madrastra llamarla. —¿Dónde estás?

Al instante las dos se separaron de golpe, girándose y mirando en direcciones diferentes.

—Aquí estoy. — dijo ella en voz alta para que él escuchara.

—Yoko, tenemos que hablar... Pero, ¿Que te ha pasado, P'Fai — se rió al ver a su hermana con la cara toda pintada.

—Fue está graciosita que está al lado mío — y miró a Yoko.

—¿Yo? — preguntó ingenua —Solo fue una simple broma Fa... Tía. — se corrigió al instante. Joder, se había acostumbrado a llamarla así.

—Bueno, la cosa es que. — Becky dirigió su mirada hacia su hijastra —Yoko, tenemos que comprar tus útiles escolares.

Yoko se quejó.

—¿Por qué? Si aún falta todo un mes para que entre a clases...

—Porque después no queda nada y hay que comprar con anticipación. Tenemos que comprar útiles, zapatos, uniforme nuevo, porque el que tienes ya no te queda

—¿Me estás diciendo gorda? — se hizo la ofendida.

—Nada que ver. — intervino Faye —Estás estupenda, Yoko. — le dijo sinceramente, mientras le dedicaba una mirada ardiente.

A Yoko se le subieron los colores, pero no dijo nada.

—¿Qué te parece si vamos de compras después del almuerzo? — le propuso Becky —Pero volvemos antes de las seis porque tengo que salir.

—Puedo acompañarla yo si quieres. — dijo Faye

—¿De verdad?

—Claro que sí. — sonrió.

—¿y tú Yoko, te parece bien que tu tía te acompañe? — le preguntó Becky.

—Por mí no hay problema. — dijo fingiendo desinterés.

—Bien, gracias P'Fai. Freen después te pasará a la tarjeta de crédito para comprar todas las cosas. — miró su reloj de muñeca —Mierda, llegaré tarde a mi cita con el dentista. Adiós, Freen está arriba en la habitación por cualquier cosa. — avisó y se alejó.

En cuanto escucharon la puerta principal cerraste se miraron al mismo tiempo y sonrieron pícaramente. Hoy tendrían muchas cosas por hacer juntas. Y qué cosas.

Una Tía Sucia [FayeYoko G!P]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora