Capitulo treinta y ocho

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Faye salió de su habitación. En la casa lo único que se oía era el silencio. Asomándose por el pasillo, vigiló que Freen no estuviera por ahí para ir a la habitación de Yoko. La noche anterior Freen le había gritado y escuchó palabras de ella que nunca pensó que oiría. Faye se había tentado en insultarla también, pero se contuvo y mantuvo la compostura. Becky había tratado de tranquilizarla, pero el dolor y la decepción que sentía por su hija era algo que nadie podía reparar.

—¿P'Faye? — la voz de Becky la sobresaltó, antes de que pudiera girar la manilla de la puerta —¿Qué haces?

—Solo quiero ver un segundo a Yoko.

—P'Faye... — susurró con un tono de tristeza en su voz. Se acercó hacia su hermana —Yoko se fue.

—¿Qué?

—Yoko se fue. — repitió —Se fue Tempra con ella al aeropuerto, antes de que despertaras.

A Faye se le aceleró la respiración. Él corazón le latió con violencia, mientras trataba de entender las palabras de su hermana. Sin pensarlo dos veces abrió la puerta de la habitación, pero en vez de encontrarla ahí, se encontró con la cama hecha. Intacta. El pecho se le cerró. No sabía que hacer o que pensar, pero lo único que sabía era que Yoko se había ido.








Freen y Yoko caminaron por el aeropuerto. Freen miró a su hija. Dios, se veía muy bonita y a la vez tan frágil, era la réplica idéntica de su otra madre, y daría cualquier cosa por verla feliz.

Becky la había insultado de todas las maneras que conocía cuando le dijo que se llevaría a Yoko fuera de la ciudad, y cuando había discutido con Faye, se le destrozó el alma. Ellas dos le habían dicho cosas que jamás pensó que escucharía y de repente sintió que la culpa la carcomía por dentro. Daría su vida por ella. Lo único que quería era protegerla y que fuera una mujer exitosa en su vida. Miró a Yoko enfadada.

—Te quedarás en Phuket con tu abuela las últimas dos semanas que te quedan de vacaciones. Y ni se te ocurra empezar a salir con chicos todavía. No quiero oír ningún problema después, ¿Entendiste? Te portas bien.

Yoko miró hacia delante, con los ojos apagados y fijos en el avión que tenía al frente. Agarró firmemente su mochila en el hombro. Era tan preciosa y no sé merecía todo el dolor por el que estaba pasando ahora, y eso a Freen le dolió en el corazón.

—De vuelta a clases, estudiarás todos los días. — le dijo con brusquedad —Y retomarás tus clases particulares. Yo misma me encargaré de eso, ¿Me escuchaste?

Yoko se volteó a verla. Sus ojos se clavaron en ella con una intensidad que la congeló.

—Te odio.

Sus palabras fueron como una daga directa al corazón.

—No sabes lo que dices, cariño.

—Ojalá nunca hubieses sido mi madre.

—Yoko...

—No entiendo cómo mamá se pudo enamorar de alguien como tú. — dijo, su voz era fría y seca. Su cara se mantenía inexpresiva mientras pareciera como si dijera las palabras con naturalidad —Siempre traté de hacer que me quisieras, pero ahora me di cuenta de que ese fue el error mas grande que cometí. Tú no me quieres.

—¿Pero que estupideces dices, Yoko? Por supuesto que te quiero. Lo sabes.

—No, jamás me quisiste. Siempre fui una perdida de tiempo para ti. No tienes de qué preocuparte, lograste quitarme lo que más amaba en este mundo, lo que me había hecho sonreír cuando nadie más lo lograba, pero bien, ahora no te molestaré más. — suspiró y miró hacia el avión —Espero que la pases bien y dile a Faye que la amo.

Una Tía Sucia [FayeYoko G!P]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora