Capítulo diecinueve

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La última semana pasó lenta y aburrida para Yoko. Mientras que su tía salía, ella se encontraba en su habitación encerrada y estudiando.

—¡Perdón! — había dicho por enésima vez Ize, después de lo ocurrido en la fiesta. — No sabes cuánto lo siento hámster...

—Eres una pésima mejor amiga, Ize — gruñó Yoko.

—Lo sé. De seguro tu tía debe estar odiándome por dejarte sola.

—No tienes idea de cuánto. Por tu culpa ahora ella está enojada conmigo.

—Lo siento, se que ella es muy importante para ti y bueno... — suspiró. —La cagué.

—Sí, la cagaste y demasiado. — dijo molesta.

—Perdóname Yoko... Juro que nunca más lo vuelvo a hacer — dijo con arrepentimiento, y es que no me gustaba que estuviera enojada con ella —Lo lamento...

Yoko soltó una risita

—Está bien, ya pasó, sólo olvídalo. Si te perdono.

Ize soltó un suspiro de alivio.

—Prometo nunca más hacerlo, hámster... Oh por cierto ¿Quieres venir a mi casa hoy? Necesito hablarte sobre algo...

—No creo que pueda, es que — y antes de que pudiera terminar la frase, el teléfono fue arrebatado de sus manos —¡Oye!

—¿Es que acaso no fui lo suficientemente clara la última vez? Nada de llamadas hasta que llegue tu mamá Freen — dijo Faye

Yoko la fulminó con la mirada glacial.

—Solamente quería tomarme un tiempo de descanso. Discúlpame por querer divertirme en mis vacaciones. — dijo irónica

—Pues escúchame bien, tu mamá Freen me dejó a cargo de ti con ciertas reglas que debo hacerte cumplir, te dejé salir y hablar por teléfono y no cumpliste ninguno de los horarios ni reglas que yo te dejé solo para asegurarme que ibas a estar bien, así que harás lo que te diga te guste o no. — dijo Faye, más que una advertencia, parecía una amenaza.

Yoko no dijo nada más. Era imposible tener una conversación normal Malisorn sin que se enfadara y obviamente, la que salía perdiendo era Yoko. Cuánto extraña aquellas noches en las que Faye me hacía el amor hasta las tantas de la madrugada... El caliente contacto de su piel con la suya y sus besos, aquellos labios que le hacían gozar de placer eran únicos. Todo en ella era único, era especial. Y ahora lo veía con claridad y ahora más piezas del puzzle encajaban a la perfección. Ella la amaba. Por primera vez, la estaba viendo con otros ojos, y no como su tía amiga con la que jugaba cuando tenía quince y Faye veintitrés años. No, está mucho más que eso. La estaba viendo como Faye Malisorn.

Y llegó aquél día, el que jamás pensó que llegaría, pero se equivocó...

—En un rato más llegarán tu madrastra y tu mamá Freen, Yoko — le dijo Faye desde la cocina.

—Que bien. — dijo con sarcasmo, sin siquiera verla.

Faye suspiró y caminó hacia la sala principal. La vió ahí, sentada en el sillón y leyendo un libro que parecía de química.

—No te noto muy contenta, ¿No te alegra saber que llegarán?

Yoko suspiró con pesadez y cerró el libro para dejarlo al lado de un sillón. Alzó el mentón y la miró.

—Para serte sincera, no. Es más, preferiría que no volvieran.

—¿Por qué?

—Porque así tendremos tiempo de terminar con todo lo que hemos empezado.

Faye se quedó mirando, tratando de encontrarme sentido a sus palabras. De pronto, se rió con amargura.

—¿De qué te ríes? — preguntó Yoko frunciendo el ceño. No recordaba haber dicho algo gracioso.

—Es que me resulta gracioso, porque... Tú y yo nunca hemos empezado algo. Eres mi sobrina, Yoko. Jamás te miraría con otros ojos.

Una Tía Sucia [FayeYoko G!P]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora