Lo que me resultaba particularmente irritante de los diversos hábitos y comportamientos de todos mis compañeros de dormitorio, era que cuando daban las ocho de la tarde, Esteban, y su extraordinaria musculatura, se metían en la cama. Esta era la razón por la que se sentía con el suficiente derecho de imponer su propia voluntad, apagando las luces y exigiendo silencio. Pero mi molestia hacia este simple acto ritual se debía a que el supuesto dios nórdico, no me dejaba otra opción más que obligarme a conciliar el sueño de mala gana.
Una vez que la habitación estaba en completa oscuridad y después de perder la paciencia en mi batalla contra el insomnio, decidí levantarme de la cama, recordando la invitación de Johanna pues, en definitiva, sí existía un lugar dentro de la residencia en donde me podía resguardar.
Unos minutos más tarde, comenzaría a adentrarme en el mundo nocturno del hostal, momento en el cual, algunas de sus criaturas, decidían deambular durante la noche, desarrollando diferentes tareas o actividades mientras los demás residentes dormían.
—¡Genial, viniste! —dijo Johanna al abrir la puerta de la sala de estudio—, ¡me alegro de que estés aquí!, ¿quieres algo?, ¿un té, un café, galletas con dulce de leche? —agregó.
—Un té... —hablé entre dientes mientras acomodaba mis cosas en una de las mesas desocupadas.
—¡Aquí puedes estar hasta la hora que quieras! —subrayó Johanna y, nuevamente dirigiéndose a mí, añadió—: Pronto llegará Iñigo y a veces nos acompaña Josefa. Son un poco ruidosos, especialmente Iñigo, que solo viene a pasar el rato con nosotras, pero cualquier cosa me avisas y le digo que baje la voz, ¿sí?
—Bueno, no hay problema. En estos momentos, cualquier lugar es mejor que mi habitación, —le confesé cabizbajo.
Construir relaciones de amistad, era una de las cosas más inciertas dentro de la hospedería, y en aquel lugar, rodeado por una infinidad de personajes, solo debía tener cuidado de no involucrarme en una maraña de emociones producto de mi exceso de empatía. Por lo pronto, estaba a punto de ponerle un rostro al nombre de Iñigo y Josefa...
—¡Acá estarás bien! —comentó Johanna al prepararme una taza de té. Y cambiando olímpicamente de tema, expresó—: Con mi compañera de habitación nos vamos a mudar al segundo piso.
—¿Pasó algo? —pregunté un tanto preocupado antes de dar el primer sorbo.
—No, para nada... Bueno sí, en realidad pasó algo ¿Te acuerdas que te hablé del pequeño escándalo de las hermanas Darrigrande con Claudio? Mi cambio se debe a eso —respondió.
—No entiendo —le dije confundido.
—Como Olivia se esfumó después de su aventura. Dante se muda al tercer piso a vivir con Nina y Cristina, mientras que Paloma y yo, ocuparemos su lugar vacante en la habitación n.º 16. Lo que quiero decir es que compartiremos cuarto con Josefa.
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#UglyHeart. Las Reglas del Monstruo
Teen FictionRaymundo acaba de llegar a una residencia bastante peculiar en donde enfrentará al monstruo que desea devorar su inmaculado corazón. Para ello, ha creado reglas que le ayudarán a no caer en las garras de esta enigmática criatura. ¿Logrará Ray domest...