༺ CAPÍTULO 5. JERARQUÍA ༻

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Morar dentro de una residencia supone tener que convivir con una fauna salvaje, diversa y bastante especial

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Morar dentro de una residencia supone tener que convivir con una fauna salvaje, diversa y bastante especial. Por esta razón, para asegurar la reducción en el número de disputas y mantener el bienestar de toda la comunidad, existía una organización social-animal sobre la base de una estructura jerárquica compuesta por tres categorías que se correspondían con cada una de las plantas del hostal. En el tercer y más alto de los pisos, se encontraba el nivel superior de dominancia, mientras que, en las plantas de más abajo, en el segundo y primer piso, los estratos medios e inferiores respectivamente.

En el tercer nivel, los tres baños siempre se mantenían limpios y la cocina estaba restringida al resto del hostal, al igual que la libre circulación para cualquiera que no tuviese una habitación en esa planta. En el cuarto más grande, vivía la tremebunda Magnolia, quien con mano firme administraba la residencia junto a su esposo.

La regenta de aquel lugar, era un personaje bastante distintivo por sus cabellos, que eran lo suficientemente largos como para esconder, en algo, toda su abundancia corporal. Aquella mujer tenía un carácter tan fuerte que ostentaba el inexorable poder de arrojar residentes a la calle sin miramientos. En cuanto a su corpulento marido, éste era el encargado de obrar como caporal en caso de que tales encomiendas de desalojo requirieran de fuerza física. Pero si la imponente figura del hombre no era suficiente para coaccionar a los inquilinos a abandonar la hospedería, se tomaban medidas adicionales como la presentación de cargos inexistentes en la policía y la confiscación de las pertenencias personales de los supuestos agitadores.

La mayor congoja de Magnolia era que el elevador se estropeara. En tales circunstancias, subía las tortuosas escaleras hasta el tercer piso a cuatro patas, bufando de ira y despotricando en contra de cada residente que se le pusiera por delante. Su talón de Aquiles era su pequeño hijo, a quien sobreprotegía con recelo, resguardándolo de cualquier tipo de interacción con los huéspedes. Era muy común verla controlando todo, pidiendo silencio y manejando la residencia como si fuese propia. Lo que más odiaba aquella mujer, eran las fiestas dentro de las habitaciones porque en caso de sospechar algo, siempre hallaba al culpable, quien era expulsado sin contemplaciones.

En el tercer piso se encontraban los consentidos de Magnolia, aquellos inquilinos a los cuales su poder mágico de regente les hacía especiales y mejores que al resto, gracias al suculento pago que éstos hacían por sus habitaciones individuales.

Dentro de las personas que trabajaban en la residencia, se encontraba Angélica, la mujer desgarbada de dientes amarillos que me recibió el primer día en la recepción y me alojó en el mismo cuarto que Facundo. Ellos eran bastante cercanos, comían juntos y chismorreaban a espaldas de los demás. Era evidente que él representaba una gran fuente de información porque una palabra mal contada al gordinflón, y Magnolia terminaría por enterarse del asunto de la propia boca de Angélica, su fiel secuaz.

#UglyHeart. Las Reglas del MonstruoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora