—Te ves distraído —dijo Yann, acomodándose justo a mi lado.
El francés seguía instigando encuentros a solas conmigo, persiguiéndome cada vez que tenía la oportunidad por todos los rincones de la hospedería. Pero con cada uno de nuestros encuentros, crecía mi temor de ser descubiertos. Ambos sabíamos que nuestra extraña relación debía permanecer oculta, protegida de las miradas curiosas y los rumores que podrían surgir. Por el momento, él me hacía compañía en cada uno de mis silencios, pero a veces me agobiaba tener tanta atención.
—Solo estoy pensando —respondí.
Desde las alturas del tercer nivel, la Liga de la Maldad gozaba de una vista privilegiada, gracias a Marta. Esto se debía a que, como la Metiche había autorizado a ciertos inquilinos a ignorar las restricciones de acceso impuestas por Magnolia, nosotros optamos por hacer lo mismo. Dado que nadie respetaba las reglas en el hostal, nos apropiamos del piso sin remordimientos, utilizando la habitación de Isabella como centro de operaciones, justo antes de rendir nuestros últimos parciales.
Según el malintencionado de Facundo, habíamos sido relegados a ese lugar por culpa de los Frikis y sus aliados circunstanciales, como los hermanos Jaramillo. Pero la verdad distaba mucho de ello, pues necesitábamos algo de silencio para estudiar y en los demás pisos era algo imposible de conseguir.
Recuerdo que, por ese entonces, ignorábamos por completo a los Frikis, porque en varias ocasiones los habíamos escuchado burlarse de nosotros sin motivo alguno. Como al único que tenía cerca era al francés y él mantenía buenas migas con el bando rival, siempre le terminaba preguntando sobre el asunto. Y a pesar de que Yann se encargaba de negar todos los hechos defendiéndolos a rajatabla, al final y después de tanta insistencia, terminaba por darme la razón, despejando todas mis dudas al respecto.
También cabe mencionar que, por esos días, Alphonse había tomado distancia de nosotros y ya ni siquiera nos dirigía la palabra. De acuerdo a la versión de Isabella, el chico estaba celoso porque Yann siempre permanecía con el grupo y la relación de amistad entre los dos no iba bien, ya que cada uno andaba por su lado.
En lo que a mí respecta, como Emma se había quedado sola, trasladé mis pertenencias a su cuarto con su consentimiento, pero sin avisar a la recepción. Lo hice, en primer lugar, porque quería estar tranquilo, y en segundo, porque ya no soportaba fingir simpatía por Juan Camilo y Sara. Y que conste que no tenía nada personal en su contra, simplemente no congeniaba con ellos debido a que tenían un estilo de vida muy diferente al mío.
Por aquellos días, Marianela Pamela —o Panela— y José, el Saqueador de Refrigeradores, se lanzaron al amor, iniciando una relación romántica que los llevó a vivir dentro de la misma habitación. Y como decía Isabella Rioseco, «Nunca falta un roto para un descosido». Lo extraño de las reuniones de los Frikis, que para entonces estaban desplegados en todo el primer y el segundo piso, fue que conocimos el verdadero nombre del Niño de los Calcetines.
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#UglyHeart. Las Reglas del Monstruo
Novela JuvenilRaymundo acaba de llegar a una residencia bastante peculiar en donde enfrentará al monstruo que desea devorar su inmaculado corazón. Para ello, ha creado reglas que le ayudarán a no caer en las garras de esta enigmática criatura. ¿Logrará Ray domest...