༺ CAPÍTULO 23. DE MADRID AL CIELO ༻

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Durante el transcurso de una mañana, pude notar el murmullo de muchas personas en las afueras de mi cuarto

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Durante el transcurso de una mañana, pude notar el murmullo de muchas personas en las afueras de mi cuarto. Al salir con mi taza de té caliente, vi a Emma apoyada en el metal oxidado de la baranda, y luego exclamó:

—¡Ven, sal de ahí!

—¿Qué pasa? —pregunté. El suspenso me mataba.

—Chicos, ya va a salir... disimulen —decía Iñigo sentado sobre la mesita fuera de la habitación que, a estas alturas, parecía una especie de palco improvisado.

Nunca había visto a tanta gente transitando durante la mañana en el segundo piso. Entonces se abrió la puerta y comenzó la matiné.

El tránsito del chongo desde la habitación n.º 12 hasta el baño, era todo un acto célebre que daba inicio cuando hacía su entrada triunfal. Todos quedaban atónitos, inmersos en la adoración de su cuerpo semi desnudo y cubierto solo por su ropa interior. Sus diminutos y apretados calzoncillos no dejaban nada a la imaginación, pues exponían un gran miembro tumescente que se zangoloteaba de aquí para allá, gracias al ritmo de cada uno de sus pasos.

Para él, aquel espectáculo de media desnudez carecía de sensualidad, sin embargo, para su público, solía ser todo lo contrario. El español era un fenómeno visual de tal magnitud, que provocaba una exagerada complacencia entre quienes se atrevían a mirarlo.

—¡Oh por Dios! —exclamó Emma.

—¡Esto es increíble! —Iñigo estaba boquiabierto.

Si tuviese que describirlo, no sabría por dónde comenzar, si por sus músculos en las piernas, su torso amplio, sus marcados abdominales o su espalda ancha. Pero lo que definitivamente terminaba por ponerle la guinda al pastel, eran sus rasgados ojos verdes.

—¡Hola, Ray! ¿Cómo estás? —dijo el español, al pasar por nuestro lado.

—¡¿De que me perdí?!... —Esas fueron las palabras de Iñigo en cuanto advirtió que le gané la partida.

—Jackson Pollock —pronunció.

—Janet Sobel... —le contesté.

A Hugo lo conocí en el supermercado argenchino cuando por esas casualidades de la vida, me preguntó por la dirección del hostal.

—Este barrio mola mazo —comentó el español tratando de romper el hielo.

—Sí... —le dije con voz temblorosa.

—O eres muy tímido o estás enfadado... Te estoy dando mucho el coñazo, ¿no?

El sexy madrileño era estudiante de intercambio de la carrera de Sociología y hace meses había llegado al país. Sorprendentemente, no me tomó nada de tiempo entrar en confianza con él, cuando sentados en la escalera después de ingresar y antes de tomar el elevador al primer piso, nos pusimos a hablar de todo un poco, desde la cultura española hasta la literatura latinoamericana.

#UglyHeart. Las Reglas del MonstruoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora