Por la mañana, me encontraba en compañía de los chicos, inmerso en la preparación de un pastel en una pequeña cocina ubicada en el segundo piso de la lavandería de Gonzalo. Era un día especial, ya que por la tarde celebraríamos el cumpleaños de Yann. Sería algo simple y sin tanta parafernalia, pero quería que todo saliera perfecto. Días atrás, la Liga de la Maldad me había ayudado a comprar todos los ingredientes necesarios para la preparación, y aunque al principio se extrañaron por mi notable entusiasmo, después comprendieron que era el pretexto perfecto para celebrar que, al fin, habíamos terminado nuestros parciales.
Todo lo relacionado con la elaboración corría por mi cuenta. Mezclé la masa, la vertí en el molde, lo horneé y, mientras, se enfriaba, los chicos fueron al hostal, arreglaron el comedor y juntaron algunas mesas, creando un ambiente acogedor para nuestra íntima convivencia.
Finalmente, por la tarde, el pastel rústico estaba listo y lucía espléndido. Lo llevamos cuidadosamente con Gonzalo a la hospedería y lo colocamos en el centro de la mesa, justo a tiempo para la llegada de Yann desde su trabajo.
Sin embargo, cuando el francés cruzó el umbral del comedor, noté que una inexplicable frialdad había reemplazado su usual calidez, y su mirada parecía vacía. A medida que se acercaba, una sombra de duda me comenzó a invadir. De inmediato, sentí una punzada de preocupación al vislumbrar, frente a mí, la silueta de una criatura monstruosa superpuesta a su figura. Lleno de pavor, sacudí la cabeza, descartando la visión macabra y atribuyéndola a los nervios del momento.
La celebración comenzó y, a pesar de que Yann intentaba capturar mi atención infructuosamente, yo seguía distante, perdido en mis pensamientos por lo que acababa de ocurrir. Mientras tanto, los chicos tomaban fotografías, charlaban entre ellos y disfrutaban de la ocasión.
Después de nuestra breve convivencia —esta vez a solas—, al dirigirme hacia la habitación de Emma, no pude evitar recordar las reglas del monstruo que había creado hace tanto tiempo. Al reflexionar más profundamente acerca de aquello, me fue inevitable pensar que tal vez mi visión de Yann contenía algo de verdad.
Cuando Emma entró en el cuarto con Gonzalo, después de que los chicos le mostraran la residencia, Facundo la seguía de cerca, incapaz de contener su curiosidad sobre nuestra relación con el nuevo chico asiático que merodeaba impunemente por todo el lugar.
—¿Celebraron el cumpleaños de Yann? —indagó el regordete, intentando obtener algo de información.
—No te invitamos porque acabas de llegar de tu trabajo —respondió Emma de inmediato.
—Veo que tampoco invitaron a Alphonse. ¡No da ché! Deberían haber invitado al novio de Yann.
«¡Mierda!», me dije a mi mismo mientras mi rostro se desfiguraba por lo que acababa de escuchar.
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#UglyHeart. Las Reglas del Monstruo
Novela JuvenilRaymundo acaba de llegar a una residencia bastante peculiar en donde enfrentará al monstruo que desea devorar su inmaculado corazón. Para ello, ha creado reglas que le ayudarán a no caer en las garras de esta enigmática criatura. ¿Logrará Ray domest...