Le garçon era el único hijo del primer matrimonio entre un empresario francés que se dedicaba a la industria cinematográfica y una actriz retirada. Vivía en un lujoso apartamento en Quai Des Orfèvres, en el histórico barrio de Les Halles con vista a la ribera derecha del río Sena. Cualquiera diría que era uno más de los tantos niños ricos parisinos que solo andaban por ahí desperdiciando el dinero de sus padres. Sin embargo, vivir rodeado de tanta opulencia, no garantiza la felicidad.
Desde que tuvo uso de razón, la vida del francés estuvo marcada por el eterno conflicto entre sus progenitores. Una relación idílica que se rompió por la aventura amorosa que tenía su padre con una modelo veinteañera, lo cual dio lugar a un agotador proceso de divorcio en el que ambas partes luchaban por obtener la custodia del niño. A esas alturas, Yann se había convertido en un verdadero botín de guerra.
El único triunfo de Camille —su madre— en aquella caótica separación fue obtener la tutela de su hijo. Desafortunadamente, la disolución matrimonial le provocó una tristeza que parecía no tener fin. Cada rincón de su hogar se había convertido en un recordatorio constante de lo que perdió. Para ella, todo lo que antes tenía un propósito, ahora estaba desposeído de significado.
A medida que los días se desvanecían en semanas y las semanas se transformaban en meses, esa pena persistente parecía apoderarse paulatinamente de la mujer. Eran pocas las ocasiones en que Camille no se medicaba, y cuando esto ocurría, encontraba cerca de Yann pequeños destellos de luz en la música de Édith Piaf, era algo similar a un hilo invisible que los unía en medio de las sombras. La ex actriz hacía su mejor interpretación de la cantante bailando junto al niño por todo su apartamento como si tratara de buscar consuelo en las letras de sus canciones que hablaban de la pérdida, la desolación y el amor perdido. En cada acorde, encontraban una conexión profunda con sus propias penas y una vía de escape momentánea de la tristeza abrumadora que los rodeaba. La madre de Yann que antes estaba llena de vida, ahora, descendía directo a la locura. Camille había enfrentado al monstruo en una guerra sangrienta, y en su intento por ganar, perdió la cordura, sumiéndose en el abismo de una mente resquebrajada.
Bernard —su padre—, que atravesaba por la crisis de la mediana edad y cuyos bolsillos rebosaban de riquezas, después de la ruptura, compró una mansión en la campiña para disfrutar de su apresurada y nueva unión conyugal con la joven modelo. No obstante, en su afán de satisfacer sus propios deseos, perdió de vista lo que realmente importaba: su propio hijo. Los lazos afectivos y la responsabilidad parental se desvanecieron como hojas al viento, en tanto él se sumergía en una vorágine de fiestas, extravagancias y la compañía de su consorte juvenil. El pequeño niño, abandonado emocionalmente por su progenitor, quedó con un vacío afectivo profundo, un hueco que ni la riqueza ni la fama podían llenar. Ante esto, los días de juegos inocentes fueron poco a poco reemplazados por preocupaciones propias de alguien mucho mayor, ya que mientras Yann experimentaba una encrucijada emocional, luchaba por encontrar el equilibrio entre las demandas de su padre y la carga de tristeza que pesaba sobre los hombros de su madre.
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#UglyHeart. Las Reglas del Monstruo
Novela JuvenilRaymundo acaba de llegar a una residencia bastante peculiar en donde enfrentará al monstruo que desea devorar su inmaculado corazón. Para ello, ha creado reglas que le ayudarán a no caer en las garras de esta enigmática criatura. ¿Logrará Ray domest...