༺ CAPÍTULO 24. LA LIGA DE LA MALDAD ༻

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—No recuerdo nada... —aseguró Emma—. Gracias por cuidarnos anoche. Aunque supongo que olvidaste mencionar que había alguien más ahí, ¿no?

Era bastante obvio que no se le escapaba nada, ella sabía que Iñigo y Bernardo se refugiaron en su habitación por un rato, y por más que intenté convencerla que era yo, fueron los constantes murmullos de los dos amantes en desgracia los que la terminaron por despertar. La chica era lista, y afortunadamente para todos, entendió la compleja situación en la que ambos se encontraban.

Josefa por su parte, no se enteró de nada, pero aún seguía incómoda por las cosas sin sentido que dijo la noche anterior. Sin embargo, desafortunadamente para ella, yo era la única persona que podía corroborar sus dichos. Una información privilegiada que al menos por ahora, no necesitaba salir a la luz.

En aquel entonces, la mayoría de nosotros ya estábamos al tanto de nuestras primeras calificaciones, así que teníamos los días contados para rendir nuestros segundos parciales. Por consiguiente, mientras algunos tendrían que estudiar para mantener sus notas, otros lo harían para subir su mala puntuación. Un detalle no menor, era que, el grupo entero necesitaba zafar para no ir a examen, porque en caso contrario, tendríamos menos receso de invierno. Y la verdad de la milanesa, es que a nadie le gusta estar metido con las narices en los libros cuando todos los demás están disfrutando de su tiempo libre.

Con Emma teníamos un horario riguroso de preparación desde que oscurecía hasta altas horas de la noche. Dormíamos muy poco y nos levantábamos apenas amanecía. Empero, no todo se trataba sobre la cursada porque también nos contábamos cosas y pasábamos el rato, tanto así, que la sala de estudios se convirtió paulatinamente en nuestra guarida.

Al ir pasando los días y compartir tanto tiempo juntos, con Emma nos volvimos inseparables, así fue cuando ella misma se encargó de bautizarnos con un nombre bastante peculiar que, en un futuro no muy lejano, sería nuestra condena: «La Liga de la Maldad».

A Emma, además de gustarle las ciencias, también era una artista innata, sus creaciones con lápices de acuarela hablaban mucho de su personalidad, a veces llenaba las mesas de hojas con bocetos en vivos colores que eran bastante peculiares. Entre su repertorio vintage entremezclaba diversos estilos como el pin up, zombies y burlesque. Ocasionalmente, la chica también me dejaba pintar y dibujar con sus materiales, algo que trataba de evitar en gran medida porque me desviaba de mis objetivos académicos.

Después de muchos mates, facturas y café, nuestra liga lentamente se comenzó a ampliar, y donde caben dos, caben tres. La presencia de Iñigo a esas alturas era inevitable, ya que congeniaba bastante bien con Emma, tal y como lo hacía anteriormente con Johanna. En el instante en que esos dos se juntaban, la salita de estudio se convertía en un salón de baile, en una sala de cine y hasta en un plató de televisión. La combinación Emma e Iñigo, era toda una oda a la cultura pop. De vez en cuando, se nos unía Josefa y Paloma, a veces también llegaba Nina Darrigrande, pero era la que menos concurría a nuestras reuniones.

#UglyHeart. Las Reglas del MonstruoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora