༺ CAPÍTULO 35. RECAMBIO ༻

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De una cantidad ínfima de huéspedes pasamos a un lugar atiborrado de gente

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De una cantidad ínfima de huéspedes pasamos a un lugar atiborrado de gente. Las clases iniciaron otra vez y el ambiente de la residencia se percibía muy denso por lo mismo. Mientras Nina —que ya había llegado desde Chile— se fue a vivir con Iñigo a una habitación ubicada en el tercer piso, las vacantes que habían quedado en los demás cuartos se comenzaron a llenar con nuevos inquilinos en cuestión de días. En lo personal me encontraba muy agobiado, eran demasiados cambios en un período muy corto de tiempo, por este motivo, permanecía más en la facultad que dentro del hostal, inclusive, en algunas ocasiones, solo llegaba a dormir.

Después de la ida de Angélica, y ante la inminente partida de Manuel, Magnolia había decidido contratar a Marta la Metiche. Todos los cambios que ocurrieron en la hospedería se debían, de manera indiscutible, a su capacidad para tomarse atribuciones que a ella no le correspondían. Mientras la tremebunda administradora era capaz de minimizar los daños a través de un filtro en los huéspedes que ingresaban al lugar, la nueva recepcionista admitía a cualquier persona, pero eso no era todo, sino que, además, acomodaba dondequiera a los nuevos inquilinos, rompiendo con la jerarquía social y desatando el descontrol en cada una de las habitaciones.

En el cuarto donde vivían Emma y Josefa, a la mentecata recepcionista, no se le ocurrió nada mejor que poner a Andrés, un chico skater cuya única misión durante toda su estadía era acabar con la poca paciencia que les quedaba a las chicas. En la suite de las Gárgolas puso a una joven estudiante de intercambio tailandesa que no hablaba una pizca de español, y que, a las señas, se daba a entender. Un personaje al cual nombramos como la Chica Manatí, primero, porque siempre parecía fuera de lugar y, segundo, porque su dieta consistía únicamente en ensalada de algas. En todo momento fuimos muy amables con la muchacha y poníamos nuestro máximo esfuerzo en evitar que se acercaran a ella los temibles parásitos chupasangre del hostal.

En la habitación de Iñigo puso a un nuevo chico que se movía de aquí para allá con una pequeña cartera. Un personaje aún más conflictivo que el Dictador, pues se la pasaba pidiendo el máximo respeto, intentando emular un espacio cercano al silencio absoluto.

En el primer piso, llegaron aún más personajes, entre ellos una chica que estudiaba cine, a la cual apodamos como la Madonna de los ochenta por su estilo particular. A la vez, en el cuarto que ocuparon Ariel, Jordán y Juan Camilo, ahora vivían un par de amigos que venían desde Francia a radicarse en el país, buscando nuevas oportunidades.

En tanto, en el tercer piso, llegaban dos nuevas inquilinas, cada una con su propia habitación, una de ellas era una incipiente autora de romance LGBTIQ+, de la cual no teníamos mayor información e Isabella Rioseco, una joven estudiante universitaria de Kinesiología.

Todo eso ocurría en las afueras de mi cuarto, y en el interior de éste, el espacio que dejó Mario sería ocupado por Nicky, un joven maquillador y estilista gótico que solo usaba un único par de botas con plataformas y hebillas.

#UglyHeart. Las Reglas del MonstruoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora