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— ¿Entonces dices que son tres casas?— Preguntó Max viendo con atención lo que aparecía en la pantalla.

— Son cuatro.

— ¿Y un sombrero mágico sabe exactamente dónde ponerte?

Me parecía adorable que Max no entendiera absolutamente nada de mi saga favorita y que él mismo haya sugerido verla a pesar de no ser el estilo de cosas que disfrutaba ver, y qué también por eso me preguntara sobre lo que no le quedaba claro haciendo un intento por no dormirse, pues varias veces lo vi cerrando los ojos o cómo él le llamaba "descansando la vista"

— Así es como funciona, Max, deja de cuestionarlo tanto.— Me acomodé mejor sobre su pecho, ambos descansando sobre el sofá de mi sala.

— ¿En dónde estaría yo entonces?

En la pantalla se reproducía la primera película de Harry Potter, justamente por la parte donde habían terminado de seleccionarle una casa a todos los niños de primer año. Seguía sin creer que Max se haya ofrecido primero en verla, porque vaya que en muchas ocasiones pensé en obligarlo después de que me dijera en aquella cafetería que le daría una oportunidad a la historia.

— Slytherin, definitivamente. Son los verdecitos.— Contesté sin pensarlo demasiado, pues era algo que inevitablemente ya había reflexionado antes.

— ¿Y eso porque...?

— Después entenderás.— Le quité las palomitas que desde hace rato se había adueñado y me llevé unas cuantas a la boca.

— Espera, ¿el niño malvado con cabello blanco no está ahí?— Dijo haciendo una pequeña pausa volviendo a fijar la vista en la película.— ¿Me pusiste en la casa de los malos?

— No son malos.— Puse los ojos en blanco acostumbrado a escuchar aquello.— Es decir, sí, la mayoría de los villanos estuvieron ahí, pero no todos son malos.

— Necesitaré una buena explicación para eso.

Reí al escuchar a Max tan ofendido por su nuevo descubrimiento, levantando un poco mi cabeza para poder dejar un beso en su barbilla.— Iré por un vaso de agua, ya vengo.— Me levanté del sofá caminando hasta llegar a la cocina y escogí uno de los vasos de mi propia colección con dibujos animados. Mi favorito era el que tenía aquellas figuritas de Snoopy. Busqué algo de hielo y cuando regresé a donde se suponía que estaría atento a la película solo pude ver un Max profundamente dormido en la misma posición que lo había dejado antes de irme.

Mi intención era volver a sentarme y terminar de verla por mi cuenta, pero unos pocos segundos antes de sentarme escuché el timbre de la casa una y otra vez, tantas veces que llegué a fastidiarme. Incluso cuando abrí la puerta lo hice con más agresividad esperando ver del otro lado a algún tipo molesto que quisiera venderme algo.

Solo era Carlos y al parecer muy asustado.

— Carlos.— Lo miré unos segundos escaneándolo para asegurarme que viniera completo y solo fuera su terrible apariencia la que debería de preocuparme.— ¿Qué te pasó?

— Charles, ayúdame.— El español tenía el cabello desordenado y debajo de los ojos tenía unas ojeras bastante notables, como si no hubiera dormido en los últimos días. Debía ser algo muy malo porque aunque ya se había presentado en mi casa sin avisar, nunca había insistido de esa manera para que alguien le abriera.

— Entra... solo no hagas mucho ruido porque Max está dormido en la sala, pasa a mi habitación.

Carlos entró con pasos lentos, escuchando cada vez más cerca las voces que provenían de la televisión aún encendida y también encontrándose con Max, quien ahora estaba acostado en todo el largo del sillón utilizando un cojín como almohada. Debía de ser de esas personas que están tan cansadas que simplemente se acomodan para dormir sin estar realmente despiertas en su totalidad.

¿Amigos? | Lestappen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora