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Quién me iba a decir que despertar con Charles por un lado de mí, envuelto en las cálidas sábanas, con su espalda descubierta me podrían mejorar el ánimo por completo. Sonreí inmediatamente después de voltear a su dirección y me apoyé de mis brazos para poder levantarme un poco y acercarme al cuerpo del contrario, acariciando su piel lentamente, después de un rato este se removió por debajo de mis dedos emitiendo algo similar a un quejido, con aquella áspera voz que se le hacía por las mañanas.

Se giró quedando boca arriba y abrió sus ojos con dificultad hasta lograr enfocar la vista, sacándome otra sonrisa más.- Buenos días...- Susurré besando su frente y en vez de recibir otras palabras, simplemente se desplazó hasta mi pecho y se escondió en ese lugar, soltando un suspiro cuando mis brazos lo rodearon. Podría haberme quedado así el resto del día, sintiendo su respiración chocar contra mí por lo cerca que lo tenía, seguir acariciando su cabello hasta que volviese a quedarse dormido, pero era demasiado bueno como para que siguiera perdurando, pues al cabo de unos minutos escuché mi celular comenzar a sonar, buscándolo con una de mis manos por la mesa de noche para poder tomarlo, encontrándome con la llamada de Christian. Al ver esto, me levanté de golpe, ganándome una ceja enarcada por parte de Charles al no entender que estaba sucediendo.- Buen día, Christian.- Hablé haciendo énfasis en su nombre para que el otro se diera cuenta de quién se trataba e hiciera el menor ruido posible.

- Max, buenos días. ¿Todo bien?- Había puesto la llamada en altavoz para que ambos pudiéramos escuchar lo que tenía que decirme, porque estaba seguro de que también involucraba a Charles.

- Todo bien, ¿pasa algo?- Dije observando al otro sentarse a mí lado, recordando al verlo que lo único que llevaba puesto era su ropa interior, estirándome al instante para buscar por el suelo una playera sin llegar a bajarme de la cama.

- Necesito hablar contigo y con Leclerc. No tengo su número, así que si lo ves avísale, sino mandaré a alguien más a buscarlo.

Al encontrar la playera, intenté levantarme nuevamente dándome un golpe con la esquina de la mesita, tirando también la lámpara al llevarme una mano a la cabeza con intención de sobarla.- Auch.

- ¿Qué pasó?- Escuché la voz de Christian nuevamente y tapé la boca de Charles con rapidez al notar que una risa amenazaba con salir.

- Nada... Tiré algo por accidente.- Respondí ayudándole a Charles a colocarse la playera para que estuviera más arropado. Al ser una de las mías, noté como abrazaba sus piernas y escondía su cabeza entre ellas, cerrando sus ojos al sentir el aroma de la ropa.- Yo le digo a Charles, ¿dónde quieres que nos veamos?

- Los veré en el restaurante del hotel en una hora, traten de no demorar mucho.- Dijo por última vez, cortando la llamada.

- Bueno, ya lo escuchaste.

- ¿Qué crees que quiera decirnos?- Preguntó volviendo a acomodarse entre mis brazos, revisando a su vez que no me hubiera hecho ningún daño al golpearme segundos atrás.

- No tengo idea, pero será mejor que vayamos.

- ¿Te dolió mucho?- Dijo besando la misma zona que revisaba, soltando por fin una carcajada.

- No te rías.- Lo empujé con cuidado dejándolo de espaldas contra la cama y me posicioné encima de él comenzando a dejar besos rápidos por todo su rostro, escuchando las pequeñas risas que salían de su boca.

- Max, ya basta.- Intentó detenerme arrugando la nariz por las cosquillas que le causaba, tomando mi rostro con fuerza y plantándome un sonoro beso sobre mis labios.- Hay que cambiarnos y bajar con Horner.

[...]

Cuando llegué al restaurante Max ya me estaba esperando junto con Christian, me preocupaba tener esa charla porque nunca se sabía con qué otra cosa iban a salir y lo que menos quería era perder el buen humor con el que me había levantado esa mañana. Max y yo habíamos ignorado el tema desde la noche anterior hasta que se fue de mi habitación, porque no era justo para ninguno de los dos. Nada de pláticas al respecto, solo besos y caricias que pronto se habían convertido en sensaciones placenteras y gemidos chocando en las paredes del lugar.

¿Amigos? | Lestappen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora