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Las luces blancas parpadeantes chocaban por todos lados y sentía que la música tenía un volumen demasiado alto, aunque por ratos dudaba en si era eso o solo estaba sobre estimulado, ya había tomado demasiado, pero también era muy tarde como para arrepentirme.

Las manos de Max se entrelazaron con las mías, llevándolas él mismo por detrás de su cuello, de esa manera tendría un mejor equilibrio. Sentía los ojos pesados y por alguna razón me desesperaba que pareciera que las cosas fueran más lento a pesar de que solo era mi propia percepción, probablemente también la de las otras personas bailando a nuestro al rededor. De vez en cuando mi vista se iba a donde se encontraban Carlos y Lando hablando entre ellos, me seguía produciendo cierto desagrado, aunque el estar tan desconectado de lo que sucedía ayudaba a mitigar ese sentimiento.

- Hey, ojos aquí.- Max tomó mi rostro, sujetándolo con la fuerza necesaria parar no volver a voltear hacia aquella dirección.- Deja de darles tanta atención, es cosa de ellos.

Un pequeño puchero se formó en mis labios y tan solo unos segundos pasaron para que las manos de Max viajaran un poco más por mi mandíbula, empujando suavemente mi cabeza hacia atrás antes de tomar el completo control al momento de besarme.

Me separé buscando tomar un poco de aire, aún manteniendo los ojos cerrados. Seguía percibiendo las luces a través de mis párpados y el cuerpo de Max pegado completamente al mío.- Necesito salir de aquí, estoy muriendo de calor.- Dije volviéndolo a tomar del cuello, acercándome a su oído para que pudiera escucharme mejor.

Tomé su mano para llevarlo fuera, sintiendo al instante el aire frío que tanto necesitaba y la música empezar a escucharse cada vez más lejos; me hacía falta eso, silencio.

- ¿Todo bien?- Preguntó acorralándome de a poco contra la rugosa pared, besando lentamente cada parte de mi rostro y regalándome su cálida respiración.

- Sí, estoy bien... Había mucha gente adentro, me estaba empezando a sofocar.- Sentí mis mejillas ser acariciadas y con la misma delicadeza bajé mis manos por su pecho, buscando volver a tenerlo cerca. Yo mismo podía percibir mis propias palabras ser arrastradas y con algo de dificultad me incliné unos centímetros, besando repetidamente los labios del contrario. El placentero toque del otro mezclado con el alcohol y el ligero ardor en la garganta me estaba llevando al cielo.

No supe en qué momento ya habían pasado varios minutos de largos intercambios de besos que habían llegado a situarse también en mi cuello. Quería seguir tocándolo, sentir cada parte de él y mis manos escondidas debajo de su camisa no me estaba siendo suficiente, pero no haría nada más ahí, no en público.

Los murmullos de aquel acento tan característico me llegó de repente, era Carlos saliendo de la discoteca con Lando caminando a la par de él. Los podía ver a ambos perfectamente, pero sabía que iba a ser más difícil que ellos llegaran a verme a mí por el espacio oscuro el que nos había parecido buena idea quedarnos. Me separé de Max, cayendo en cuenta que seguía con la vista nublada, me había olvidado de la razón por la que me sentía tan enojado y ahí estaban de nuevo, volviendo a incrustarme miles de pensamientos que desearía no estuvieran ahí. Quería regresar al hotel, refugiarme en los brazos de Max y dormir hasta sentir que mis ojos no pueden más.- ¿Podemos irnos? Ya no quiero estar aquí.

El rubio asintió, tendiéndome su mano para poder tomarla y en vez de eso, sostuve sólo dos de sus dedos con la menor fuerza posible, únicamente para asegurarme de que siguiera detrás de mí.- Pero qué imbecil.- Mascullé al momento de pasar a un lado del español, importándome poco si me había escuchado o había decidido ignorarme, pues me pude encontrar con su mirada, la misma que me había dedicado en toda la noche y por algún motivo no podía descifrar. No sabía si estaba enojado conmigo, si quería darme a entender que no le importaba en absoluto mi opinión o acaso era todo lo contrario.

Pero de una cosa estaba seguro y es que esa misma noche Carlos lo había escogido a él y no haría absolutamente nada por tratar de cambiar su opinión. Era su vida y si prefería perder mi amistad por el romance de unos cuantos días entonces lo aceptaría.

[...]

Mis manos buscaron a Max por toda la amplitud de la cama, lo único que recordaba antes de quedarme dormido fue haber recibido un dulce beso en la frente, esperaba no haberlo soñado, pero no ver al hombre por ningún lado me lo hacía replanteármelo.

Me levanté mareado y con un poco de náuseas, tomando como última opción revisar si se estaba dando uno de esos baños matutinos que solía hacer. Me acerqué dudoso, escuchando la regadera y con mucha cuidado abrí la puerta dejando salir el vapor acumulado.

- ¡Max!- El mencionado se asomó asustado por la puerta de cristal, la cual estaba completamente empañada al igual que los espejos.

- ¡Charles, me asustaste! Pensé que seguías dormido.- Se quejó quitándose con los dedos la espuma que se iba resbalando desde el cabello hasta sus ojos.

- Es muy grosero haberme dejado durmiendo solo.

- Ven aquí, estás cordialmente invitado.- Respondió entre risas, volviendo a cerrar la puerta corrediza.

Sonreí complacido, quitándome la ropa para poder entrar. Al tener poco tiempo de haber despertado, mi cuerpo seguía tibio, por lo que sentí el drástico cambio de temperatura erizarme la piel. Entré rápidamente buscando el calor del agua caliente y al sentir las pequeñas gotitas chocar sobre mí me acerqué a Max buscando abrazarlo debajo de los chorros de agua.

- Tenía frío.- Hablé con dificultad al estar tan pegado en su hombro, aplastándome una de las mejillas.- Además siento que la cabeza me va a explotar.

- Está bien, quédate así otro rato.- Sus manos acariciaron mi espalda, trazando todo tipo de figura que estaban ocasionando relajarme más de lo necesario, pues podría quedarme dormido en cualquier momento. Levanté mi rostro, con la intención de depositar un pequeño beso en sus labios y al momento de separarme, una bolita de espuma fue dejada en la punta de mi nariz.

Hundí mis dedos entre sus cabello, el cual se veía más oscuro de lo normal debido a lo mojado que se encontraba y con mucho cuidado comencé a repartir caricias entre aquellos puntos más sensibles, como lo era detrás de sus orejas. También acaricié sus pómulos, observando como sus ojos se cerraban ante mi tacto y luego se volvían a abrir muy lentamente.

- Charlie, he querido decirte esto y no había podido encontrar las palabras correctas.- Comenzó a hablar dejándose tocar a mi gusto, suavizando su respiración.- Quiero que sepas que pase lo que pase voy a estar contigo y te digo esto porque sé que aunque trates de esconderlo, te está doliendo todo lo qué pasó con Carlos. Conozco tus ojos cuando están tristes y como buscas refugiarte cuando no logras entender algo. Nunca supe qué hacer en estos casos, cuando alguien necesita más apoyo de lo usual, siento que nunca recibí algo así hasta que tú llegaste y estoy aprendiendo a hacer lo mismo contigo porque te amo de sobremanera.

Mis ojos empezaban a picar, pues sabía que mis lágrimas habían salido sin previo aviso, agradecía que se camuflaran con el agua porque era muy temprano para verme en ese estado. No eran lágrimas de tristeza, eran de algún otro sentimiento que seguía intentando identificar, si se podía llorar por sentir demasiado amor por alguien entonces definitivamente era eso.

- Ay, Maxie...- Lo abracé con más fuerza, viéndolo aún con los ojos cristalizados. Sus mejillas estaban ruborizadas, seguramente por el agua caliente y aquellas palabras que sabía había trabajado mucho para poder ordenar. Si antes estaba seguro de hacer lo que sea para estar a su lado, ahora lo estaba más y si eso significaba sacrificar ciertas cosas por permanecer con la persona de la que tanto me había enamorado entonces lo haría.- Te agradezco tanto todo lo qué haces por mí y nada de lo que te diga será suficiente para expresarlo, pero de verdad quiero que sepas que te amo y nunca dejaré de hacerlo.

¿Amigos? | Lestappen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora