1. Recién llegada

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Septiembre 2023

Llegué a Barcelona el viernes por la tarde, luego de un vuelo aburrido y con un trasero adolorido como consecuencia de tanto rato sentada; para colmo, me estaba muriendo de hambre, porque había comprobado que la comida de los aviones no era tan buena, pero que se debía hacer el esfuerzo si es que no se quería uno matar de hambre y sobrevivir con sólo unos cuantos vasos gratis de agua. 

Fue todo un caos el encontrar mis maletas en la cinta de equipaje, porque casi todas se parecían entre sí, y no fue hasta que detecté los lazos rosados atados en las manijas que las identifiqué, las coloqué sobre un carrito, y me dirigí a la salida a esperar algún taxi que me llevara al centro de la ciudad. 

Sabía perfectamente que podrían terminar estafándome y cobrándome recontra caro por el viaje, pero no tenía más opción, pues dudaba mucho que existiera el regateo en el transporte de Europa, a diferencia de mi querida Lima. 

Cuando por fin estuve a bordo del taxi, y con mi billetera llorando, me puse los audífonos y escuché algo de música para relajarme y distraerme del hecho en que, por primera vez, viviría lejos de mis padres, y con completos desconocidos compartiendo el pago total del alquiler de un departamento. 

Cuando Pase el Temblor, de Soda Stereo, sonaba mientras llegaba a mi nuevo barrio; lo reconocí porque había ido anteriormente con mis padres a buscar algún sitio en el que estuviesen buscando algún roomie más, porque por supuesto que ni a mí se me antojaba pagar la renta de un departamento tan grande para mí sola. 

El taxi se detuvo frente a un bonito edificio de aspecto clásico, a los que debería acostumbrarme, y el conductor me ayudó a bajar las maletas del vehículo mientras yo terminaba de asimilar que, definitivamente, estaba sola en una enorme y desconocida ciudad.

Lo tuve más claro cuando el taxi se fue luego de que pagué por el viaje. 

Como pude, me acerqué a la entrada del edificio, y tragué saliva antes de empujar mis maletas a través del umbral, y acercarme a la recepción, donde un señor se encontraba bien acomodado y ojeaba su celular, como si no hubiese nada que hacer en su día a día. 

—Buenas tardes —saludé, con cierta timidez. 

El señor alzó los ojos, y me miró extrañado.

Bona tarda. Se li ofereix alguna cosa?

Ay, no. Empezábamos mal. 

—Disculpe, no entiendo...

El tipo suspiró, como si no quisiera hacer lo que iba a hacer. 

—Buenas noches. ¿Se le ofrece algo? —dijo, ahora en español y no en el lenguaje raro que acababa de escuchar hacía unos segundos. 

—Sí —respondí—. Busco a Lucía y Brenda Ferrer, del departamento 626. 

—¿A relación a qué? 

—Soy Julieta García, su nueva roomie

—¿Disculpe? 

Cada vez me agradaba menos el tipo, y por lo pesado que era, me puse más firme en mi manera de hablar. 

—Compartiré el departamento con ellas. 

El hombre frunció el ceño, pero levantó el teléfono, marcó un número, y habló nuevamente en ese idioma raro que le había escuchado hacía unos momentos. 

No capté nada más que un asentimiento de cabeza antes de colgar el teléfono y decir:

—Puede subir. Es el sexto piso al lado derecho.

Perfecta Inspiración - Felipe OtañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora