33. Intento de Sophie Beckett

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Martes, 31 de octubre

Felipe💙: Te gustó la clase, alumna? 

Yo: Mucho, profe. Gracias 🤩 

Felipe💙: Me alegra 💗 Entonces, la repetimos un día de estos? 

Yo: Tendré que revisar mi agenda...

Felipe💙: Che, Julie, ahora tengo que hacer fila para verte? 🥺👉🏻👈🏻

Yo: Jajajajajajaja 🤣

Felipe💙: Por qué te reís?? 😭

Yo: Era broma, Pequitas 🤭 Cualquiera de estos días, tú sólo dime 

Felipe💙:  Pero la pucha, boluda!! Dale, yo te digo 😉

Yo: Gracias, Pipe 

Felipe💙: Por la clase? 

  Yo: Más que eso, por hacerme saber que sí puedo avanzar 😁

Felipe💙: Un placer, Julie


No dejaba de leer y releer la conversación por WhatsApp que tuvimos Felipe y yo luego de aquel día en la piscina, ni de pensar en sus brazos sosteniéndome fuerte, o en sus ojos fijos en los míos, para después bajar a mis labios. 

Tan sólo imaginar esa boca perfecta moviéndose contra la mía me hacía ruborizarme y emocionarme al mismo tiempo. Pensar que estuvo a punto de suceder...

Maldito clon de Natalia Málaga, me repetí como todo el tiempo desde ese día. 

Y también, desde ese día, no podía esperar a nuestra siguiente "clase de natación". 

Pero en toda la semana, un tema totalmente diferente ocupaba mi cabeza: la fiesta de Halloween a la que Felipe me había invitado, y para la cual, por cierto, seguía sin tener el disfraz perfecto. 

Ni siquiera tenía tiempo para pensar en improvisar alguno, con todo el trabajo que tenía en la universidad y en el café; sin mencionar que ahora debía cumplir mi parte de los quehaceres de la casa, e ir a comprar algunos víveres para la despensa. 

Más de una vez estuve tentada a tirar todo al diablo y decirle a Felipe que no podría ir a la fiesta porque, sencillamente, me había surgido algo de la universidad súper urgente, pero mis ganas de verlo de nuevo podían más que esa vieja confiable, por lo que terminaba quedándome sin ideas nuevamente. 

Para cuando llegué de clase ese martes a las cinco de la tarde, no me quedaba nada de tiempo, así que, como no había llamado a Felipe para cancelar el plan, no podía darme el lujo de hacerlo a última hora, por lo que tenía que actuar rápido. 

Brenda aún no llegaba a casa del trabajo, por lo que sería más sencillo llevar a cabo mi plan.

Abrí el closet, y empecé a buscar algún conjunto sastre que me gustara, cosa difícil, porque todos esos colores eran oscuros e imponentes, y lo que menos quería era asustar a Felipe y darle la impresión de que esperaba un café en mi escritorio para ayer. 

Perfecta Inspiración - Felipe OtañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora