25. Sentido, Sensibilidad y Miedos (3/3)

56 3 15
                                    

—¡Joder! ¡Joder! ¿Pasó todo eso en el cine? —preguntaba Lucía mientras bebía su acostumbrada taza de manzanilla para inducirse el sueño. 

Me encontraba de vuelta en el departamento un par de horas después, y las Ferrer me encontraron viendo las fotos que nos habíamos tomado Felipe y yo con mi celular, así como las que él me había enviado al WhatsApp.  

Sin mucho esfuerzo, les había contado todo lo que sucedió en mi salida con Felipe y su grupo de amigos en parejas: mi reacción al saber que todos querían ver La Monja 2, todos los sitios por los que él y yo paseamos y nos tomamos fotos, y cómo, al parecer, el ojiazul empezaba a aceptar el apodo de "Pequitas" que le había puesto, porque sonreía y reía cuando lo llamaba así. 

—Ni siquiera yo termino de creerlo —suspiré, y me dejé caer sobre la cama sin dejar de sonreír como estúpida—. Fue tan lindo conmigo, y no se burló de mí cuando vio que me dio miedo la monja esa. ¡Fue atrás de mí, por Dios! 

Me convencía cada vez más de que todo se trataba de señales obvias de que algo podría suceder entre nosotros, porque, vamos, para que haya dejado a sus amigos en el cine y fuera a buscarme, no podría ser por un motivo sin importancia.

¡Yo le importaba! 

—¿Y sus amigos? —preguntó Brenda desde su cama. 

—Nos dieron el encuentro un par de horas después, en el patio de comidas. 

—¿Se asustaron también con la monja? 

—Los chicos dijeron que no les había dado miedo esa monja, pero era claro que estaban aterrorizados porque cuando sus novias les hacían cosquillas en la espalda, o gritaban que ese adefesio con hábito se nos estaba acercando, un poco más y corrían a esconderse. 

Nos reímos ante tal imagen; hasta a Bea, Guille y Anto, la novia de Juani, se morían de la vergüenza al ver a los chicos temblar o asustarse notoriamente luego de mentir y decir que no tenían miedo. 

—Así que Felipe es un adicto a la fotografía, ¿a que no? —comentó Brenda. 

Asentí con la cabeza. 

—No dejaba de tomarme fotos, ya fuera posando o imprevistas. Y hasta esas le quedaban muy bien. Me veía mejor que nunca. 

—Uh, fuiste su modelo, entonces. 

Esbocé una sonrisita al imaginarme posando de nuevo para mi crush. 

—Si es fotógrafo, primero son esas fotos. Prepárate para posar en bikini o hasta desnuda en el futuro...

—¡LUCÍA! —exclamamos Brenda y yo al unísono, y sentí mis mejillas enrojecer e incendiarse. 

¿Posar desnuda para Felipe? No era algo que haría, si de por sí me daba demasiada vergüenza ir a la playa o a la piscina y usar bikini; nunca me había sentido del todo segura con mi cuerpo, y seguía luchando para aceptarlo. 

—¿Y toma buenas fotos? —preguntó Lucía como si nada. 

—Buenazas —respondí—. Había varias panorámicas de Barcelona, de una playa, y hasta de una...

Recordé la foto del clon de Sabrina Carpenter en la galería de fotos de Felipe, y me desanimé un poco, y ese nudo en la garganta volvió. 

—¿Qué? ¿Una foto de qué? 

—De nada especial —respondí de inmediato para evadir el tema, pero no lo conseguí, pues Brenda, quien era mayor, y obvio, tendría más experiencia en temas del amor que nosotras, me miraba como sabiendo qué pasaba. 

Perfecta Inspiración - Felipe OtañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora