2. La primera noche

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Aquella primera noche la pasé muy bien con Brenda y Lucía Ferrer, mis roomies en todo lo que me quedara en Barcelona.

Como todas estábamos demasiado cansadas como para intentar cocinar algo, pedimos pizza, y mientras comíamos, las pude conocer un poco mejor: Brenda era la hermana mayor por cinco años, y Lucía era la benjamina de la familia, con diecinueve años.

Para ser tan jóvenes y vivir en un departamento de una bonita zona de la ciudad, debían tener dinero, aunque, claro, Brenda trabajaba, y tanto ella como sus padres y yo pagábamos el total de la renta dividido entre nosotras.

Menos mal, mis padres podían permitírselo, junto con la mensualidad de la universidad y la suma necesaria para sobrevivir en una ciudad que, sin dudas, era más cara que Lima.

—Y, ¿qué haces en Barcelona, tan lejos de casa? —preguntó Brenda, quien ahora vestía una pijama similar a la que usaba su hermana cuando me recibió—. ¿Estudios?

Respondí afirmativamente.

—Siempre pensé en estudiar en el extranjero —añadí.

—Oh, ¿y qué estudiarás?

—Literatura.

—Entonces, ¿quieres ser escritora?

Volví a asentir.

—¿De qué género? ¿Romance, terror, fantasía...?

—De todo, si fuera posible. Pero me mueve más el romance. Quiero ser como Jane Austen.

Ambas hermanas rieron, aunque no vi mala intención en ello.

—Pues a lo mejor aquí encuentras algo de inspiración —comentó Lucía—. Ya sabes, nueva ciudad, nuevas personas, nuevos aires...

Suspiré al recordar que todo era verdad: estaba en un ambiente muy distinto, así que tenía miles de posibilidades a la vista. Cualquier cosa podría convertirse en fuente de inspiración: alguna noticia, alguna persona por ahí, un paisaje...

Y una vez que empezara las clases, incluso mejor, aunque aquello viniera acompañado de la presión de estudiar y trabajar a la vez, pues conocería a más gente nueva. 

No pude evitar sonreír al pensar en lo que me deparaba Barcelona, una ciudad con la que había soñado tanto tiempo.

—Pero una cosa —preguntó Brenda, quien ya se había terminado sus pedazos de la pizza, y se encontraba relajada en un extremo del sillón—. ¿Por qué elegiste Barcelona y no Madrid? La Complutense es muy buena en Literatura. 

Recordé el motivo por el que había elegido Barcelona, y era algo vergonzoso, así que dudé en contarlo a mis roomies. 

—Es algo ridículo.

—Anda, tía, puedes decírnoslo. 

—Sí, que no te vamos a juzgar. 

Respiré hondo antes de desembuchar.

—Es que...mi hermana tenía una agenda, Pascualina, que incluía una historia, y durante unos años, el personaje vivió en Barcelona, y de chiquita solía leerla, y soñaba con vivir algo parecido, y ver en persona los paisajes de la ciudad....

Fui bajando el volumen de mi voz al yo misma pensar que mi respuesta sonaba bastante ridícula, pero las Ferrer no parecían pensar igual; al contrario, me miraban con ternura, y hasta algo de orgullo. 

—¿No les parce algo tonto? 

—¡Para nada! —exclamó Lucía—. Al menos a mí me parece guay que desde niña quisieras venir a Barcelona. 

Perfecta Inspiración - Felipe OtañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora