36. Nieve

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Ya no prestaba atención a su clase, las palabras que decía el profesor se habían vuelto inteligibles y cada vez sus pensamientos eran más ruidosos. Se frotó las sienes con desesperación. Desde que despertó ese día una idea rondaba por su cabeza. ¿Qué tal si escapa? ¿Qué tal si se iba y dejaba todo? Era una buena idea, si se iba ya no tendría que complicarse la vida, no más confusión ni sentimientos encontrados. Pero eso sería ser una cobarde, alguien que no enfrenta los problemas, que no busca soluciones, que quiere una vida fácil. Pero es que la situación ya la estaba cansando. Ya no quería sentirse así. Escapar. Era fácil decirlo y pensarlo; hacerlo, tal vez sea más difícil. ¿Consecuencias que traería? Primeramente dos corazones rotos y muy probablemente el suyo también. Pérdida de las mejores amistadas que había formado. Y después de tanto insistir en quedarse ahí, volver a casa como toda una fracasada.

Saboreó la idea unos momentos, imaginándose de vuelta en México, volviendo a empezar, sin sus amigos, sin Harry y Louis.

Si escapaba iba a ser el acto más egoísta que en su vida haría, abandonar, dejar de luchar, perder el sentido de todo lo que había estado haciendo, tantas complicaciones para acabar en nada.

No, escapar no iba a ser la solución a todo, solo era una salida fácil.

¿Dejarlos? No podría, ella ya estaba bastante relacionada con ellos, más allá de la situación, les tenía mucho cariño y desaparecer sin decir adiós... jamás se lo perdonaría. Sus sentimientos estaban confundidos, pero sabía a ciencia cierta que no podía dejarlos así como así. Eso estaría mal, incluso sería cruel.

Lo mejor, por ahora, era dejar las cosas como estaban. Sí, eso era lo mejor.

Una vibración en una de sus bolsas del pantalón de color morado la sacó de sus pensamientos, trayéndola de nuevo a la clase. Parpadeó varias veces, tenía la sensación de haberse quedado dormida y que la habían despertado con un movimiento demasiado brusco. Miró al frente y notó como el profesor seguía hablando. Con disimulo, sacó su celular del pantalón y vio la pantalla. Un nuevo mensaje.

Mira hacia la puerta decía el mensaje.

Ella frunció ligeramente el ceño, pero obedeció a lo que el mensaje decía. Por la pequeña ventana que se encontraba en medio de la puerta pudo ver a alguien a quien conocía. Podía notar sus risos y sus ojos verdes, incluso a esa distancia. Comenzó a reírse entre dientes.

Ahora salgo le contestó Aisslyn.

Ella guardó sus libros y sus cuadernos en la bolsa, tratando de no llamar mucho la atención de sus compañeros para no distraerlos. Miró al profesor que aparecía estar emocionado hablando. El profesor no diría nada, era la universidad y quedarse en una clase o irse era decisión del estudiante. No recibiría ningún castigo. Tomó sus cosas y tratando de no hacer mucho escándalo caminó hasta la puerta, para después salir del aula.

Ese día era completamente diferente a los días normales en Londres. Por la madrugada una tormenta cruzó por ahí, causando que al despertar la ciudad estuviera cubierta por una fina capa de nieve.

Aisslyn sintió como el frío del ambiente penetraba en su cuerpo, a pesar de todo lo que llevaba encima. Se puso un gorro de lana y después de acomodárselo, miró al frente. Ahí estaba Harry, sonriente. También estaba bien abrigado, llevaba una camisa de manga larga lisa color verde oscuro y encima un abrigo de color café, además de una bufanda. Por debajo unos pantalones de color café y zapatos cerrados.

—Me has salvado de la clase más aburrida de mi vida —dramatizó ella mientras se acercaba él para saludarlo.

Harry rio complacido y después de dejar que ella le diera un beso en su mejilla, la abrazó.

I Didn't Expect That... { l.t & h.s. }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora