La albina caminaba en silencio por los ordenados pasillos de la prestigiosa agencia, estos días habían sido una montaña rusa de emociones para ella. Confiarle sus secretos y su seguridad a un héroe nunca pasó por su cabeza, a duras penas podía dormir con el remordimiento de haberle contado a sus hermanos, pero con Sir era diferente, hacía mucho que no sentía esa certeza de que todo iba a estar bien, que él la protegería y que no volverían a hacerle daño mientras él estuviese cerca.
Sus ojos se entornaron al darse cuenta que su tiempo allí se estaba agotando, no quería irse, se había encariñado con todos y le encantaba pasar el tiempo con sus amigos. Aunque no negaría que extrañaba a sus hermanos y a sus amigos en la UA.
Mientras caminaba, su teléfono vibró en el bolsillo de su camisa, lo tomó para revisar, era Mina otra vez. La pelirosa había tomado la manía de escribirle de 7:00 a 7:15 p.m., supuso que era el tiempo que le daban para cenar. La rutina era la misma, la de tez rosa le enviaba un listín con todo lo que le había ocurrido en el día y la albina hacía lo mismo poco después. Aunque luego vaciaba el chat, le preocupaba la memoria de su teléfono.
Los quince minutos pasaron más rápido que de costumbre, o eso le pareció a la albina, pues casi ni se dio cuenta cuando la pelirosa se despidió y dejó de estar en línea.
Su caminar se detuvo al estar frente al gran ventanal, le encantaba ese lugar, la vista de la ciudad era hermosa, aunque continuaba prefiriendo subir a la azotea para ver el firmamento.
Su vista se desconectó del paisaje nocturno y se dirigió a su teléfono, ese día no saldrían a patrullar, Mirio y Sir estaban ocupados y decidieron dejarlos descansar por esa noche. Miró a todos lados, sin moros en la costa. Se apoyó de la pared y abrió su galería donde aún descansaba la dichosa foto. Suspiró liberando sus nervios e hizo clic.
(❄❄❄)
Sus pupilas ensanchadas y su cuerpo tiritando eran un buen indicador de lo impactada que estaba en ese momento.
¿Eso era real? ¿de verdad su padre había hecho todo eso? Por un tiempo se convenció de que su progenitor se había olvidado de ella cuando desapareció, que se había rendido con ella y que había aceptado su muerte tal y como lo hizo con Touya, pero esos informes decían todo lo contrario. Le era imposible creer que alguien como él se esforzara tanto por alguien de su familia, no con todo lo que había provocado.
Nunca lo culpó por lo que pasó, pero nunca esperó que intentara buscarla. Aunque fallara una y otra vez, nunca dejó de buscar, ni cuando se hizo la declaración de defunción ¿Cómo se suponía que debía reaccionar ahora?
Volvió a la realidad al sentir el tacto de unas manos frías sobre sus mejillas, subió la vista encontrándose con unos ojos azul marino que la miraban con preocupación.
Haru: ¿estás bien? Estás más pálida de lo normal -habló tan frío como siempre, pero se podía notar la inquietud a kilómetros-
Lucy: yo... estoy bien -habló forzando una sonrisa y esperando que el chico dejara el tema de lado-
Notó como la mirada del más alto se afiló, esa actitud que tomaba de pequeños cuando le mentía la hizo sentirse nerviosa.
Haru: Shiro quería hacer una noche de películas y salió a comprar comida chatarra. Me pidió que viniera por ti.
Un suspiro de alivio se hizo presente en ella, a eso le sumó la confusión en su rostro, no esperaba que el chico fuese tan... tan blando esta vez
Lucy: ¿e-eso... eso está bien? -dijo titubeante, no quería hacer enfadar a Sir-
Haru: el anciano nos dejó la noche libre. Dijo que hicimos un buen trabajo ordenando su papeleo estos últimos dos días -explicó empezando a caminar- Ahora que lo digo en voz alta... esto es explotación laboral.
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La hermana de Todoroki
Fanfic-¡Papi, mira! ¡ya tengo mi don!- . . . -Mami, mi pecho duele, duele mucho- . . . -Por favor doctor, dígame que tiene mi hija- . . . -¡Tiene que hacer algo! ¡no puede dejarla morir de esta forma!- . . . -Volverás. cierto- . . . -Claro, es una promesa...