Capítulo 54

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Lucy: ¡Ya me voy! -exclamó desde la puerta-

Fuyumi: ¿A donde vas? Acabas de llegar -dijo levantándose del sillón de la sala-

Lucy: Voy a estudiar para los exámenes con unos amigos. Ya le pedí permiso a Sho-chan y él estuvo de acuerdo -comentó mientras el mencionado, saliendo de la cocina, asentía con la cabeza- Estaré bien, ¿Sí? La cafetería donde nos encontraremos está cerca.

Fuyumi: de acuerdo -dijo con un suspiro, no muy convencida- Pero cuídate y no llegues tarde.

Lucy: sí ¡Adiós! -habló por última vez antes de salir de la casa-

Fuyumi: Shoto, no le autorices nada sin consultarlo primero conmigo o con Natsuo -dijo mientras miraba de reojo al joven de cabello bicolor-

Shoto: lo siento, Fuyumi, pero ella se veía tan animada cuando me lo pidió que no pude negarme -explicó acercándose a la mayor- Además, le prometimos que le daríamos una vida normal ¿No? Salir con amigos es muy normal, por lo que tengo entendido.

Fuyumi: lo sé, Shoto, pero no puedo evitar preocuparme -dijo mientras observaba la puerta-

(❄❄❄)

Bakugo: ¡¿Es que eres idiota o qué?! -gritó mientras golpeaba al pelirrojo con una libreta enrollada-

Kirishima: perdón -dijo borrando el resultado incorrecto-

La albina simplemente sonrió ante la escena; la situación se había presentado en varias ocasiones. Bakugo no era precisamente una persona paciente, pero intentaba ayudar... a su propia manera, por supuesto.

Bakugo: ¡¿Y tu qué?! -gritó azotando su mano en la libreta de la ojiazul y sacándole un chillido de sorpresa-

Lucy: ya terminé -dijo sonriendo levemente-

El peli cenizo tomó la libreta con brusquedad bajo la atenta mirada de la albina para luego de unos segundos, y sin una pizca de compasión, estamparla en la cabeza de la más pequeña.

Bakugo: ¡Está mal! ¡Repítelo!

Kirishima: no seas tan cruel con ella, Bakugo, es la primera que le sale mal -intervino tratando de calmar al rubio-

Bakugo: ¡¿Y qué quieres que haga?! ¡¿Qué la felicite?! ¡Mejor concéntrate en tu ejercicio, idiota, está mal de nuevo!

Kirishima: ¿De nuevo? -interrogó con el rosto pálido. Ese ejercicio le sacaría el alma tarde o temprano-

Bakugo: ¡Sí, de nuevo!

La albina simplemente ignoró a los dos y examinó meticulosamente cada paso del procedimiento hasta dar con el error. Con un gesto de disgusto, pasó a una hoja limpia y reescribió la ecuación, esta vez corrigiendo el signo equivocado que había echado a perder todo. Detestaba las matemáticas; le exasperaba que un simple error de signo pudiera obligarte a empezar de nuevo una y otra vez. Era exasperante. Notando que el pelirrojo sufría el mismo dilema, decidió ayudarlo señalando el signo incorrecto en su ecuación.

Bakugo: ¡No le digas!

Lucy: pero si yo no he dicho nada -declaró sonriendo inocentemente-

La albina se rio junto al pelirrojo y le mostró su libreta al ojirubí. El demonio asesino rodó los ojos, indicando que esta vez se había salvado.

Kirishima: ¿Qué hay de mí? -interrogó con una gran sonrisa que mostraba sus filosos dientes mientras le enseñaba al peli cenizo su ejercicio terminado-

Bakugo: ¡Ella te lo dijo!

(❄❄❄)

Luego de la divertida sesión de estudio, ambos chicos acompañaron a la albina hasta su estación. El peli cenizo fue de mala gana, pues había sido arrastrado por el pelirrojo, ya que, en sus palabras "No es de hombres dejar que una chica camine sola"

La hermana de TodorokiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora