Jade Miller siempre había soñado con ser una bioquímica exitosa, capaz de descubrir curas para las enfermedades más mortales. Pero su sueño se convirtió en una pesadilla cuando fue secuestrada por Emir Bianchi, un poderoso y peligroso mafioso italia...
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Jade
Nunca pensé que llegaría a esto, pero cuando vi a Emir traicionando mi confianza frente a Hiro, algo dentro de mí se rompió. Sin pensarlo, mi mano se movió con una fuerza que no sabía que tenía y le di una cachetada que resonó a pesar del bullicio de los árboles.
- ¿Cuál era tu maldito plan, Jade? ¿Fingir ser una familia feliz? - me desafió Emir, con su mejilla aún marcada por mi mano.
La ira hervía dentro de mí, pero mi voz salió fría y cortante.
- Eso a ti no te interesa - le dije, intentando mantener la compostura - Deberías aprender cuándo mantener la boca cerrada.
- ¡Pusiste en riesgo a todos! - me reprocha - todo por un maldito plan que no estaba bien organizado.
- ¡Yo no te pedí que vinieras! - le grite - Tenía todo bajo control.
Fue entonces cuando Hiro intervino, su voz era firme y no admitía réplica.
- Jade, explícame - dijo - ¿de qué está diciendo Emir, de que plan habla?.
La tensión era palpable, y justo cuando pensé que no podía aumentar más, Lu irrumpió en la discusión con una determinación feroz.
- Hiro - dijo con una voz cargada de odio - yo te lo explicaré.
Hiro, que hasta ese momento había mantenido una compostura inquebrantable, giró hacia Lu.
» ¿Recuerdas la promesa que te hice el día que te casaste con Jade? - preguntó Lu, su tono era serio, casi sombrío.
Vi el cambio en Hiro, su rostro normalmente impasible palideció, un atisbo de miedo cruzó sus ojos. Antes de que pudiera decir una palabra, el bate de Lu se movió con una velocidad impresionante, golpeando el estómago de Hiro con un sonido sordo. Hiro se dobló por el impacto, el aire escapando de sus pulmones en un jadeo forzado. Mientras Hiro luchaba por recuperar el aliento, Lu se inclinó hacia él.
- Créeme que pagarás cada lágrima que mi Jade derramó por ti.
Mientras Hiro se retorcía en el suelo, luchando por recuperar el aliento, el estacionamiento se quedó en un silencio tenso. Mientras observó la escena frente a mi, mi corazón late con fuerza, Lu se mantiene firme, con el bate aún en su mano.
- ¿Es esto lo que querías, Hiro? - preguntó Lu, su voz apenas contenía el desdén - ¿El poder a cualquier costo?
Hiro, con esfuerzo, se enderezó, apoyándose en un auto.
- No sabes de lo que hablas - gruñó, pero su mirada evitaba la de Lu.
- ¡Claro que sí! - interrumpí, dando un paso adelante - Lu sabe exactamente de lo que habla. Tú... tú me prometiste protección, me prometiste que estaríamos seguros, me prometiste un amor que no era real.
