Jade Miller siempre había soñado con ser una bioquímica exitosa, capaz de descubrir curas para las enfermedades más mortales. Pero su sueño se convirtió en una pesadilla cuando fue secuestrada por Emir Bianchi, un poderoso y peligroso mafioso italia...
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⚠️ Advertencia ⚠️
Este capítulo contiene escenas de violencia y/o tortura explícita en caso de ser sensible favor de dejar de leer, sin más que decir disfruten de su lectura 🖤
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Narrador omnisciente
Jade observaba, paralizada, la escena que se desplegaba ante sus ojos, Luigi, con su rostro desencajado por el dolor, se arrodillaba junto al cuerpo inerte de Lorenzo. La sangre se extendía como un río carmesí, tiñendo el suelo de un color que nunca podría olvidar, el shock inicial que había congelado a Jade comenzaba a desvanecerse, dando paso a un enojo furioso que parecía emanar de cada poro de su ser.
Con un rugido gutural, Jade se puso de pie, sus ojos ya no mostraban tristeza, sino una ira ardiente, Hiro sabía que nada bueno podía venir de ese fuego en su mirada. Ella comenzó a avanzar, paso a paso, hacia Latika, las balas silbaban en el aire, el tiroteo seguía su curso caótico, pero parecía ajena a todo peligro, movido únicamente por la necesidad de enfrentar a la causante de su tormento.
Hiro quería gritarle, detenerla, hacerle ver que era una locura, pero las palabras se disolvían en su garganta, solo podía seguirla con la mirada, esperando que el destino no fuera tan cruel como para arrebatarle al amor de su vida.
Jade, con cada paso que daba, parecía más una fuerza de la naturaleza que una mujer, su determinación era palpable, y aunque Hiro sabía que su ira podría llevarla a la perdición, también entendía que nada la detendría. Latika estaba a solo unos metros, arrastrándose lejos del caos del tiroteo, ajena al peligro que se acercaba.
Jade no gritó ni anunció su presencia; su silencio era más aterrador que cualquier advertencia, cuando finalmente estuvo frente a Latika, la mirada de ella se encontró con la suya, y por un momento, el mundo pareció detenerse. La sorpresa en sus ojos fue reemplazada rápidamente por una mueca de terror.
El enfrentamiento fue breve, Jade, movida por un dolor insondable, no buscaba una pelea justa, era un torbellino de furia, y cada golpe que daba era un mensaje, una promesa de venganza por Lorenzo y Lucas. Latika cayó desmayada y con ella, la esperanza de que el conflicto terminara sin más derramamiento de sangre, pero Jade no podía detenerse seguía golpeándola con todas sus fuerzas.
