Jade Miller siempre había soñado con ser una bioquímica exitosa, capaz de descubrir curas para las enfermedades más mortales. Pero su sueño se convirtió en una pesadilla cuando fue secuestrada por Emir Bianchi, un poderoso y peligroso mafioso italia...
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Hiroshi
Camino entre los pasillos de aquel restaurante, hasta colarme a la cocina, nadie me detiene, saben quien soy, bajo hacia el sótano donde el olor a tabaco y sake inunda el lugar, me recuesto en el asiento de cuero que esta en la cabeza de la mesa, los lideres de cada clan me observan con una mirada de superioridad, es el problema de la Yakuza, el que este conformada por varios clanes y que cada uno tenga un líder diferente es una constante competencia de quien debe ir en la cabeza de la pirámide, a pesar de mis esfuerzos creen que no merezco este lugar, aun así como soy su superior me guardan respeto.
Las horas transcurren mientras hablamos sobre el fino velo de misterio que nos mantiene en las sombras, por el momento, protegiendo la identidad de nuestros miembros mientras tejemos una red de influencia que se extiende desde los bajos fondos hasta los altos cargos políticos. Mí posición no solo requiere astucia y fuerza, sino también una habilidad excepcional para mantenerme en las sombras, hasta que sea el momento de salir a la luz.
Horas después salgo de la misma manera en la que entré, subo a mi auto y me dirijo hacia el escondite dónde se encuentran los demás miembros del clan, observo a mi hermana dando indicaciones, los hombres se giran al verme y a pesar de su mala mirada me hacen una reverencia con la cabeza, camino hasta mi oficina donde me quitó la playera y el pantalón para cambiarlo por un chándal negro, mi hermana entra a la oficina mientras me coloco un par de vendas en las manos.
-¿Estas seguro de lo que estás haciendo? - cuestiona mientras la observo a través del espejo - ¿Qué pasará cuando ellos la vean?
-Se inclinaran ante su reina - termino de venderme - así como yo lo hice, ellos la reconocerán
-Si esto sale mal - me amenaza con la mirada - ten por seguro que seré la primera en matarte, sabes muy bien que los miembros del clan son hombres muy desconfiados
-¿Eso significa que estás preocupada por mi? - la molesto haciendo que ruede los ojos
- Me preocupa que arruines lo que hemos logrado con este movimiento tan arriesgado - sale de la oficina dando un portazo
Me observo en el reflejo del espejo, detallo el tatuaje que es un testimonio sobre mi lealtad al clan, el dragón serpentea desde mi cuello hasta mi cintura, las escamas representan los desafíos que he superado para llegar hasta donde estoy, cada tinta es un voto de silencio, un compromiso por la causa, pero también es mi debilidad, si alguien aquí en Italia logra ver el tatuaje será mi perdición.
Bajo hacia el gimnasio, a esta hora todos están trabajando por lo que el lugar se encuentra vacío, me cuelgo de los pies en el techo, usando las correas que había instalado anteriormente, es una forma de entrenar mi fuerza y resistencia, además de desafiar la gravedad, siento cómo la sangre se acumulaba en mi cabeza, pero no me importa, me concentro en contraer mis abdominales y levantar mi torso hacia arriba, tocando con mis manos el suelo, para después tocar las puntas de mis pies. Repito el movimiento una y otra vez, contando cada repetición en voz baja, el sudor me cae por la frente y la nariz, no me voy detener hasta llegar a cien, es una sensación de dolor y placer, el haber superado un reto personal, me gusta sentirme fuerte, capaz de hacer cualquier cosa.
