🖤ℂ𝔸ℙ𝕀𝕋𝕌𝕃𝕆 𝟞𝟜🖤

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Jade

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Jade

El aire estaba cargado de tensión, cada respiración era un recordatorio del peligro que nos acechaba. La mansión de Hiro, una vez un símbolo de poder y seguridad, se había convertido en una trampa mortal. Emir y yo estábamos acorralados, con el tiempo en nuestra contra y la huída de Hiro quemando en mi pecho como un hierro al rojo vivo.

Había logrado asesinar a los dos hombres que nos estaban buscando, nuestra respiración pesada y uniforme era el único sonido en la habitación oscura. Emir me miró, sus ojos reflejaban la misma determinación feroz que sentía arder dentro de mí. No había vuelta atrás, era ahora o nunca.

- Tenemos que movernos rápido - susurró Emir, revisando el pasillo - vienen para acá, son más de veinte.

Asentí, sabiendo que cada segundo contaba. Me agaché junto al cuerpo de uno de los hombres, deslicé su pistola de su funda sin temblar, no debía hacerlo. No ahora. No cuando estábamos tan cerca de la libertad... y de la venganza.

Nos deslizamos fuera de la habitación, nuestros pasos silenciosos en la lujosa alfombra. La mansión estaba en silencio, pero podía sentir la presencia de otros guardias, merodeando como sombras hambrientas en la noche. Emir me guió a través de los pasillos laberínticos, su conocimiento de la casa era la única ventaja que teníamos.

Llegamos a la puerta trasera, y mi corazón latía con fuerza contra mis costillas. Emir sacó un pequeño dispositivo electrónico y comenzó a trabajar en la cerradura.

- Casi está - murmuró, su concentración inquebrantable.

Un grito rompió el silencio, agudo y lleno de alarma. Nos habían descubierto.

- ¡Rápido! - insté a Emir, mientras él forzaba la cerradura con una última torsión.

La puerta se abrió y la fresca brisa de la noche acarició mi rostro. Era el sabor de la libertad, pero no había tiempo para saborearlo. Juntos salimos al exterior, corriendo por el jardín que se extendía como un océano oscuro ante nosotros.

Podía escuchar los gritos y el sonido de pasos detrás de nosotros, la mansión había despertado y estaba furiosa. Pero no miré atrás, no podía. Solo podía pensar en poner un pie delante del otro, en la promesa de venganza que me impulsaba hacia adelante, hacia la oscuridad y hacia el futuro incierto que nos esperaba.

El aire estaba cargado de tensión, cada respiración era un recordatorio del peligro que nos acechaba. El bosque nos recibió con sus sombras protectoras, un laberinto de oscuridad y peligro que se extendía ante nosotros. Nos adentramos entre los árboles, nuestros pulmones ardiendo por el esfuerzo de la carrera frenética. Los veinte hombres armados que Hiro había enviado en nuestra persecución no estaban lejos detrás, sus pasos resonando como tambores de guerra en la noche.

- Por aquí - susurró Emir, tomando un sendero apenas visible que serpenteaba entre los árboles antiguos.

Sus ramas se entrelazaban por encima de nosotros, formando un techo vivo que ocultaba la luna. El aire estaba impregnado del olor a tierra húmeda y hojas podridas, un aroma que se mezclaba con el miedo y la adrenalina que nos impulsaba. Podía escuchar los gritos de los hombres, llamándose unos a otros, sus voces cada vez más cerca.

La pesadilla (borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora