🖤ℂ𝔸ℙ𝕀𝕋𝕌𝕃𝕆 𝟞𝟠🖤

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Jade

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Jade

El cuero del volante se siente frío bajo mis dedos, un contraste marcado con el calor que me recorre el cuerpo por los nervios. Estoy estacionada frente a la cafetería, el lugar donde todo se decidirá. Cierro los ojos, intentando calmar la tormenta en mi interior con cada inhalación y exhalación profunda. La espera por Hiro parece eterna, cada segundo un recordatorio del peligro que acecha.

Repaso el plan una y otra vez en mi mente, como un mantra que me mantiene anclado. Recuerdo las palabras de Niko antes de salir del búnker, su voz firme infundiéndome valor. Dmitry, con su genialidad técnica, me aseguró que el auto en el que me refugio es una fortaleza sobre ruedas, blindado contra cualquier amenaza. Su sistema operativo es una promesa silenciosa de seguridad, listo para llevarme de vuelta al búnker sin que yo tenga que tocar el acelerador.

El chip rastreador que Dmitry instaló, una maravilla tecnológica capaz de detectar hasta mis signos vitales, es un lazo invisible que me une a ellos, asegurándoles que aún respiro, que aún lucho. Siento un destello de orgullo por Dmitry; no es de extrañar que Aileen caiga rendida ante su inteligencia.

Mientras tanto, Niko, mi sombra protectora, está cerca, vigilante. Su presencia es un susurro en la brisa, una promesa de que no estoy sola en esto. Aunque no lo vea, sé que está ahí, listo para actuar si algo sale mal.

Abro los ojos al sentir la vibración de un mensaje entrante. Es hora. Hiro está aquí. Respiro hondo una vez más, y con la determinación de quien no tiene nada que perder, salgo del auto y me dirijo hacia él Hiro se acerca con una sonrisa nerviosa que no llega a sus ojos.

- Hola, corazón - saluda, su voz teñida de una ansiedad que intenta disimular - ¿Has traído a Hisao?

No respondo con palabras. En su lugar, mi rostro se gira lentamente hacia el auto, y siento cómo Hiro sigue mi mirada hasta posarla en el asiento del copiloto. Allí está el pequeño de tres años, mirándonos con sus ojos grandes y abiertos, inocente de las complicadas corrientes que fluyen entre su padre y yo.

Observo cómo Hiro traga grueso, un gesto que revela más de lo que quisiera. Da un paso hacia el auto, impulsado por ese vínculo paternal que ni la distancia ni el tiempo pueden romper. Pero levanto una mano, deteniéndolo en seco.

- Hay cosas que debemos aclarar antes - digo, mi voz firme a pesar del torbellino de emociones que me asalta - No voy a presentarle a mi hijo a alguien que aún no sabe lo que quiere.

Hiro me mira, y por un momento veo el destello del hombre del que me enamoré.

- No es solo tu hijo, Jade. Es nuestro. Y hablaremos dentro de la cafetería, con él pequeño presente. Estar aquí fuera... es un riesgo.

Asiento, consciente de la verdad en sus palabras. El peligro siempre está al acecho, una sombra que nos persigue. Pero también sé que este encuentro es necesario.
Tomando una respiración profunda, preparo mi corazón para lo que viene.

La pesadilla (borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora