Capítulo 22: Tras la pista

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—¿Es cierto lo que le ocurrió a tu brazo?

—Depende de lo que hayas oído.

Hubo silencio por unos instantes.

—¿Y que caíste del cielo hace unas semanas? ¿Hay algo de verdad en eso?

—Más o menos.

Mirene apretó los labios, aparentemente insatisfecha con las respuestas de Link. O, más bien, las no respuestas. Se preguntó si Rauru habría visto la misma frustración en Link que él estaba viendo en Mirene. En el fondo, compadecía a la mujer. Solo hacía su trabajo.

El orni, Penn, según había dicho Mirene, había tomado asiento al otro lado de la mesa. Las otras dos mujeres, que eran hermanas de Mirene, se habían apartado todavía más. Ninguna había participado en el interrogatorio.

—¿Es cierto que existen monstruos hechos de aura maligna? ¿Que tienen forma propia?

Él hizo una mueca. No le apetecía en absoluto hablar del aura maligna. Se llevó una mano al brazo derecho. Mirene siguió sus movimientos con sus malditos ojos de halcón, así que Link apartó la mano discretamente.

—Hay muchos tipos de monstruos nuevos —murmuró él al final—. Creo que esos rumores sí son ciertos.

—¿Y los demás no lo son?

—Yo no he dicho que no lo sean.

Mirene le dirigió una mirada plana. Tenía un cuaderno de notas abierto sobre la mesa. Había apuntado una cantidad desorbitada de cosas, a pesar de que las respuestas de Link eran escuetas. ¿Tan bien podía leerlo?

—Había olvidado lo difícil que es sonsacarte algo. Si la princesa estuviera aquí, todo sería mucho más fácil.

La mujer dejó escapar un largo suspiro. Link no permitió que aquella oportunidad se le escapara de las manos.

—Por eso he venido. Por... por la princesa. —Mirene alzó la vista de golpe y lo miró con los ojos entornados. Ella se había dado cuenta de su error. Link había estado a punto de llamar a la princesa por su nombre. Él se obligó a continuar, sin embargo—. Estoy buscándola. Dicen haberla visto en Hebra y Tabanta. Esperaba que vosotros tuvierais más indicios.

La mirada de Mirene se mantuvo fija en él por una eternidad. Él empezaba a pensar que la mujer era capaz de leerle el pensamiento. Tal vez tuviera sangre sheikah.

Al final, hizo un gesto a una de sus hermanas. Las tres compartían un parecido asombroso, aunque Mirene era la más joven. Los mismos ojos rasgados y castaños, el rostro alargado y la nariz prominente. Podría haberlas confundido.

La hermana de Mirene regresó con una de las ediciones de la gaceta. La dejó sobre la mesa y luego regresó a su sitio, no sin antes lanzarle a Link una mirada furtiva.

—Gracias, Darene —dijo Mirene. Los nombres tampoco ayudaban a diferenciarlas—. Compruébalo por ti mismo, Link.

Le acercó el artículo. El corazón de Link se detuvo al leer el nombre de Zelda sobre el papel.

«LOS AVISTAMIENTOS DE LA PRINCESA ZELDA CONTINÚAN: ¿MEJOR SOLA QUE MAL ACOMPAÑADA?

Desde hace unas semanas, es recurrente que nos lleguen a la gaceta testimonios que dicen haber visto a la princesa en diferentes partes del reino. Desde la gaceta opinamos que la mayoría de estos rumores son falsos, fomentados por el temor de otro desastre. Sin embargo, nos hemos percatado de un patrón que se repite. Muchos testigos afirman haber visto a la princesa en Tabanta y, posteriormente, en la región de Hebra, a pesar de la reciente ventisca.

The Legend of Zelda: Tears of the KingdomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora