A Link le llevó la mayor parte de una hora tranquilizar a Tauro. Y, aun así, no estaba seguro de que el hombre hubiera comprendido todo lo que él había intentado explicarle. Aunque lo más probable era que eso último fuera culpa de Link. Había días en los que apenas podía creerse todo lo que le había ocurrido.
No entró en muchos detalles, aunque sí en más de lo que le habría gustado. Tuvo que explicarle todo lo que sabía acerca de Ultramano, y también mencionó a Rauru, los santuarios y la Isla de los Albores.
Cuando Link terminó, Tauro permaneció en silencio por una eternidad. Por suerte, lo ocurrido no había atraído la atención del resto de miembros del equipo de Tauro, aunque Link temía que uno de ellos apareciera por sorpresa en cualquier momento, buscando a Tauro para servir la cena.
—Quiero conocerlo —dijo Tauro por fin, mirando fijamente el brazo derecho de Link.
—¿A quién?
—Al rey Rauru. ¿Y por qué nadie me dijo que podías acceder a los santuarios? Diosas Doradas, si pudiera entrar allí... Esclareceríamos tantas dudas...
Esperó a que Tauro continuara, pero él parecía haberse perdido en sus pensamientos de nuevo, como si hubiera olvidado que estaba allí.
—No lo sé. Nunca he llevado a nadie más conmigo —dijo Link—. No sé si podrías ver a Rauru también, o si solo es cosa de mi brazo. Y estamos demasiado lejos del último santuario que he visto.
Tauro alzó la vista de golpe.
—Podría buscar uno. Enviaría a todo mi equipo. Lo que propones es mucho mayor que investigar unas ruinas. ¿Cómo son esos santuarios? ¿Cuántos conoces? ¿Todos son iguales por dentro?
Link sintió una punzada de pánico. No quería responder más preguntas. No quería que nadie lo acompañara a los santuarios. Diosas, por cosas como aquella había querido pasar desapercibido. Y también evitar al grupo de investigación zonnan. Hasta aquel momento Prunia y él habían conseguido mantener gran parte de la información en secreto
Ahora, en cambio, sabía que no tenía escapatoria.
—Solo he estado en unos pocos —se obligó a sí mismo a responder—. No todos son iguales. Pero preferiría seguir mi camino por el momento.
Tauro lo miró con brusquedad. Había enarcado las cejas.
—Creo que no entiendes lo mucho que...
—Lo entiendo. Y sé que esto es importante para vosotros, pero...
—¿Para nosotros? Es importante para todo Hyrule. ¿Acaso no te has dado cuenta de todo lo que está pasando?
Link comprendió entonces que el hombre estaba enfadado. Todavía sostenía la cabeza del dragón de piedra que había sacado del dispensador. La acunaba entre los brazos como si fuera un bebé.
Para Tauro, Link debía de estar sonando egoísta. Era cierto que la investigación de la raza zonnan podía ser crucial para entender lo que estaba ocurriendo desde la Catástrofe, pero más importante aún era que Link siguiera su camino. Tenía que llegar al desierto antes de que fuera demasiado tarde.
—No he dicho que vuestra investigación no sea importante —replicó él, intentando hablar con calma. No conocía lo suficiente a Tauro para saber si merecía la pena tranquilizarlo, pero lo intentaría de todas formas—, pero hay gente que me necesita. Puedo colaborar con vosotros cuando las cosas se hayan calmado. Ni siquiera le he enseñado a la doctora Prunia cómo funciona Ultramano todavía. No he tenido tiempo, ¿entiendes?
Tauro se lo quedó mirando, cruzado de brazos. Link imaginaba que sabía usar un arma; uno no sobrevivía demasiado tiempo en los caminos sin haber aprendido a defenderse. Y el hombre tenía un físico imponente. Si fuera guerrero, estaba convencido de que sería el típico hombre al que nadie querría hacer enfadar.
ESTÁS LEYENDO
The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom
FanfictionCuando una extraña aura empieza a manar de las profundidades del reino y hace enfermar a todo el que se acerca, Link y la princesa Zelda, salvadores de Hyrule, viajarán hasta el corazón del reino en busca del origen del desastre. Aunque Link se encu...