Pequeña obsesión 1/?

315 11 2
                                    

Estaba enfadado.

No estaba para ser niñero; no es como si el problema fuera ese, sino que ni siquiera era su trabajo, el solo era la mano derecha del Sr.choi, no una niñera, su trabajo era codificadamente memorable como para que lo rebajaran a eso, aunque sabía que era de suma confianza para sus jefes.

Según lo que se le fue informado por la Sra.Choi en la mañana, devia cuidar durante dos extensos meses al hijo de quince años de su jefe, ¿Acaso no sabe hacerlo solo? Ya tiene quince años, es un hombresito. Aún así, lo entendía. La empresa choi era una de las más conocidas de Corea y el resto de asia, no sería raro que alguien intentara dañar a los dueños, aunque la gran mayoría de personas creía que está se constataba en embalajes y envíos, no era así, esa era una simple fachada para ocultar la verdad, los juegos sucios que habían bajo aquello; si importaban y exportaban, solo que con un detalle de diferencia; sustancias ilicitas. Eran como una mafia pero oculta en el mercado común, para surgir y llevar acabo sus maquiavélicos planes sin ser molestados por el gobierno que no paraba de meterse en lo que no debían. Yeosang estaba al tanto de cuál era la dedicación de la empresa y no le molestaba, después de todo, ganaba demasiado bien, aunque en ocasiones su vida podía correr peligro, el sabía dónde se había metido y sabía cómo salirse con la suya para seguir en pie, y sin ningún rasguño de por medio. Incluso cuando durante un enorme tiempo la comisaría de policía estuvo detrás de el por el simple echo de ser el "asistente personal" de la familia Choi, no lograron nada, esos oficiales eran tan tontos que en el primer día de vigilancia los encontró en un auto sacándole fotos, se preguntaba cómo podían darle un puesto de "detectives" a tantos inadaptados, por eso su preocupación nunca fue por la policía, sino por los otros carteles. Y es por eso que kang estaba enojado, se suponía que había estudiado seis años de economía y finanzas para trabajar en una empresa, aparte de toda la enseñanza en defensa propia y uso de armas, no para cuidar al hijo de sus jefes.

Tenía treinta y siete años, no estaba para ese tipo de cosas, pero lastimosamente  debía hacerlo.

Puso sus ojos en blanco y suspiro hondo antes de entrar a la oficina de su jefe, lo busco con la mirada, hallando a este exactamente en su escritorio, moviendo papeles.

—Buenos días, Sr.Choi. —hizo una reverencia completa.

El hombre no despegó su vista de los papeles y siguió revisando. A veces odiaba ello, era tedioso estar parado esperando a que su jefe responda e incluso en ocasiones llegaba a hacerlo esperar más de una hora parado sobre el mármol del suelo, con la reverencia echa y sin moverse. Yeosang no era un simple secretario, era la mano derecha del jefe, era su hombre de mayor confianza, el se encargaba de todo, de las cuentas, del movimiento de los empleados, del trabajo sucio; si su jefe no podía ir a juntas importantes, Yeosang estaba ahí. Si no podía cumplir un mandato, Yeosang estaba ahí. Incluso si no podía ir comprarle un obsequio a su hijo, Yeosang estaba ahí.

Siempre estaba ahí

—Creo que mi esposa ya te a comunicado lo que debes hacer,  —Yeosang asintió. —quiero que lo cuides como si fuera tu vida kang, porque si algo le pasa, tu asumiras las las consecuencias. —vocifero serio, el rostro inexrecibo y temible, como el líder de clan que era.

Yeosang trago fuerte; sabía que si cometía un error, su cabeza podría rodar como la de muchos ya.

—Sabes que confío en ti Kang, has estado a mi lado durante los últimos dies años, —esta vez el hombre se levantó de su asiento. —Tengo que viajar a Japón, tú mejor que nadie sabes lo peligroso que es dejarlo solo, hay tantos que quieren hacerle daño y por ello te confío a mi hijo a ti, el hombre que me a entregado lealtad durante tantos años. —finalizo.

Yeosang lo entendía, el tener ese tipo de vida y una familia al mismo tiempo era difícil. Los señores choi habían intentado por años que su hijo no supiera sobre la realidad de su trabajo y tuviera una vida normal. El, en su lugar, haría lo mismo. Le estaba confiando la identidad de su hijo, mismo que ni la prensa conocía, nunca había visto al hijo de sus jefes, no es como si sus trabajadores supieran mucho de el, todos sabían que los señores choi tenían un hijo, pero no sabían quién era, solo asumían que al ser hijo de millonarios, debía ser un malcriado como todos.

 one shots- ateezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora