woosan

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Pero no le digas a mamá.
Incest, leve smut. 


E

n el momento en el que las nubes se disipan, el cielo oscurece dejando en evidencia el telón de estrellas que el mismo entrega cada noche, San corre en dirección a su habitación metiéndose bajo las sábanas; cierra sus ojos y vuelve a ese mundo dónde solo es el y aquel ser que lo hace sentir completo, le enseña que no tiene porqué vivir en ese mundo real si puede cohabitar junto a el en el suyo.

El puede vivir junto a aquel ser que parece ser como el, es como el, de su misma sangre y raíces. Son ambos contra el mundo, siendo los mejores hermanos que siquiera alguien pudiera haber conocido y viven en su burbuja dimensional que nadie sabe y/o solo lo ven como un juego entre hermanos. No obstante, para que San pueda estar allí, solo hay una regla.

Así que como cada noche luego de que su madre lo arropaba en su habitación, luego de arropar a su hermano, el esperaba que su madre se durmiera para después de unos minutos ver cómo la puerta de su cuarto se abría levemente dejando ver la tenue luz del pasillo. Con una sonrisa reconfortante en su rostro, el cuerpo de wooyoung se dejaba ver como un monumento perfecto ante la presencia que oponía.

A pesar de ambos poseer la misma edad por ser "gemelos no idénticos", había algo que diferenciaba a San de todo lo que wooyoung poseía, un problema biológico que claramente debía ser un secreto. Ello no podía salir de las cuatro paredes de su hogar, siempre les recordó su madre, porque sino sería visto como un fenómeno.

No obstante para el rubio su hermano era todo lo contrario, San era una belleza pura en esplendor y el echo de poseer aquella patología no lo hacía menos linda. Así que como de costumbre camino hacia la cama de su hermano y se acomodo junto a él para abrazarlo y besar sus mejillas y nariz, llenarlo de cariño y amor....para avanzar.

––No le digas a mamá. ––susurro en el oído del pelimarrón, antes de dejar un pequeño beso en sus labios.

Sus ojos estaban fijos en el pecoso cuello del azabache, como amaba esas pequeñas mariquitas que a su hermano no le gustaban. El cuerpo de San estaba impregnado por esas pequeñas pecas dandole un toque delicado a su piel, pero el dueño solía quejarse de "supuestamente" ser feas y acababa cubriéndolas con maquillaje para no dejarlas ser vistas, como su secreto. Beso aquel cuello disfrutando del sabor natural que tenía la piel de San, algo salada pero un poco dulce por las cremas y colonias que usaba. Su lengua no se hizo esperar para comenzar a repartir pequeñas lamidas como si aquel trozo de cuello fuera el helado más sabroso del mundo, disfrutando cada parte de el con espero hasta caer en las finas clavículas.

Cada movimiento de su boca hacia que el pequeño cuerpo bajo de si comenzará a soltar jadeos, demostrando lo mucho que le estaba gustando, como cada noche. Su nombre era emitido en susurros agrandando su ego y soberbia, se sentía tan bien sabiendo que era el quien causaba tales sonidos, como si fueran una dulce melodía que embelesaba sus oidos. La respiración errática del azabache generaba estragos en su interior mientras disfrutaba de morder levemente los rozados botones que ya hacían sobre sus pechos, siendo más grandes que los habituales en un chico.

Sus labios no se detuvieron, siguieron bajando hasta disfrutar cada rincón de su piel, deleitándose con el olor a rosas de los jabones "femeninos" que San se compraba. Wooyoung siempre se preguntaba porque San no podía ser un chico como el resto pero lo entendía, tampoco se quejaba al contrario, le encantaba que su hermano fuera así porque hacía sus sueños realidad más era muy precavido con ellos.

Sus besos bajaron a aquella parte tan íntima pero que conocía con exactitud, esos pliegues hermosos que había degustado cómo si fueran el nectar más exquisito en el mundo y lo era; tenía ese sabor indescriptible que te impulsaba a querer seguir probandolo, como si con una lamida no pudieras saborearlo cómo era debido. Tan estupendo, majestuoso, tan necesario.

 one shots- ateezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora