one shots- ateez

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Las cosas iban bien o, eso creian ambos chicos. Los tíos del peliazul se quedarían durante unos dos meses porque no había nada relacionado a su trabajo que fuera de urgencia en su empresa de modelaje en Irlanda, eso hizo que se le hiciera más difícil todo porque Kim creyó solo fingir por unos días, sus tíos nunca se quedaban tanto y eso le preocupaba o más bien, San le preocupaba.

Sentado en la mesa del enorme comedor esperando a que las criadas trajeran el desayuno, apoyando todo el peso de su cabeza en su mano para poder pensar sobre el tema; esperaba que todo eso no se propagara por mucho tiempo, por primera vez deseaba que llamarán a sus tíos urgentemente y que se fueran. No lo malinterpreten, no creía poder con esa farsa y sus confusos pensamientos cuando estaba cerca de San.

Ya habían pasado tres semanas y sin duda todo su montaje se estaba callendo a la basura, mas por el hecho de que sus tíos los invitaban a todos lados haciendo que no pudieran negarse y mingi comenzaba a preguntarle porque ya no tenía tanto tiempo disponible como antes. Un pequeño puchero se dibujo en sus labios cuando pensó en el, ¿Que eran? Osea, si follaban de vez en cuando pero nunca dejaron claro algo de empezar a salir o algo, parecía solo sexual.

Tenía un millón de conflictos en su cabeza; ¿Debía seguir con toda esa farsa o decirle a sus tíos que todo era una total mentira y que solo lo hacía para enorgullecerlos? Lo pensó mucho, quizas debía abrirse con ellos y demostrarle sus verdaderos sentimientos, que el amaba a mingi...¿Lo amaba? Desde el primer día de universidad quedó flechado al verlo por los pasillos con esas fachas de maleante sin futuro, era algo tonto pero le llamaban demasiado la atención ese tipo de hombres. Nunca le han gustado los chicos tiernos ya que el no es una persona muy afectiva y siempre le exigían demaciado cariño, sobre todo físico. El único chico que podía besar sus mejillas y abrazarlo, al único que se lo permitía, era a San.

Dios, estaba tan confundido.

--Hongjoong, cariño, que hablamos de los codos en la mesa. --recordo su tía, señalando con su tenedor el acto irrespetuoso de su sobrino.

--Lo siento tía, no me di cuenta. --se disculpo recibiendo un asentimiento de los dos adultos.

Cuando las criadas comenzaron a llevar todo a la mesa, dejando cada cosa en su lugar designado con total perdición. A pesar de ser gelatina con fresas y crema, además de café y tostadas, su desayuno favorito, el no pudo comer exactamente nada. Sentía que su apetito mañanero, que no era poco, se había esfumado completamente y solo podía revolver su café con insistencia. Mirando el brillo de aquella cuchara de plata con pequeños dibujos en la punta del mango, elección de su tía, se pregunto, ¿Por qué su vida era tan complicada?

Sabía que muchos le preguntarían, ¿Qué hay de complicado en la vida de un universitario de veinte años? Pues muchas cosas; tenía que romperse la cabeza en los estudios porque sus tíos esperaban el cien por ciento de él y no los culpaba, al contrario, les daba la razón porque ellos daban hasta el más mínimo esfuerzo por darle todo lo que tiene. También estaba el encajar en la sociedad nefastamente estereotipada que había, sin contar que ahora los llamaban estúpidamente "generación de cristal" solo por decir como se sentían, que los jóvenes también tenían problemas y podían llorar. Claro, como olvidarse de las confusiones del corazón, estaban en una etapa donde conocían lo que era enamorarse, encontrar a alguien que estuviera con ellos por el resto de su vida o tal vez solo unos años.

Suspiro con pesadez nuevamente. Todo era tan injusto, ¿Porque tenía que pasar él por todo ello? Osea, aunque suene egoísta, ¿No podía ser alguien más?

--Hongjoong, woojin y yo pensábamos salir a senar al restaurante que esta en el centro, ¿Cómo era que se llamaba? --llevo su mano a sus labios, pensando en el nombre. --a si! Horizon, ¿Que te parece si traes a San y vamos juntos? --hye parecía encantada y muy emocionada por un si.