—Hola, Lars —intento llamar su atención y sonrío abiertamente. Recuerdo haber leído en un artículo que estaba comprobado científicamente que sonreír te hacía verte como una persona más amigable. Aunque debe depender del país, en este instituto la mayoría de estudiantes me miran con cara de asco cuando les sonrío.
—Dime —contesta, sin apartar la vista de su caja. Tiene media lengua sacada, supongo que está tan concentrado que no se habrá dado cuenta.
—¿Qué es eso? —pregunto, señalando el trasto que tiene entre sus manos.
Por fin levanta la mirada y clava sus ojos grisáceos en los míos.
—¿No sabes lo que es esto? —Parpadea con recelo.
—No —reconozco como si nada—. ¿Qué es?
—¿De dónde vienes? —ignora mi pregunta.
—De Alemania.
—¿Y en Alemania no hay móviles? Creía que estabais súper desarrollados en tecnología.
Oh, conque eso se llama móvil. Interesante.
—Sí. Tenemos mucha tecnología —miento. En realidad no lo sé—. Pero yo nunca he tenido uno. —Me encojo de hombros.
Algo en su mirada cambia y pasa de desconfianza a lástima. Bueno, al menos ya no sospecha de mí.
—¿Quieres probarlo?
—¿¡Puedo!? —La emoción me hace gritar, lo que provoca una risa en él y me tiende el móvil.
—Claro que puedes. Pero siéntate, me está doliendo el cuello de mirar hacia arriba.
Con mucho cuidado, porque estoy temblando y me da miedo que el móvil se me resbale y acabe roto, cojo una silla vacía y la sitúo al lado de la de Lars.
—Pon los pulgares en los círculos que ves en la pantalla —me explica con lentitud.
Sigo sus instrucciones y abro los ojos tanto que casi se salen de mis órbitas al ver como un muñequito se mueve al mismo tiempo que mi pulgar avanza por la pantalla.
—¡Esto es increíble!
—Es un juego que está de moda —comenta—. Consiste en matar a tus oponentes o...
Y justo en ese momento se escucha un ¡pam! y en la pantalla aparece "eliminado número 57!
—¿Quedar en la posición cincuenta y siete está bien?
Lars vuelve a carcajear con diversión y sus ojos se achinan. Sinceramente, es un chico bastante adorable.
—Para ser tu primera vez no está mal. Tenemos muchos recreos por delante, ya aprenderás.
Asiento, volviendo al móvil; luego pulso un botón rectangular en el que pone "buscar partida" y, transcurridos unos segundos, me veo encerrado en un autobús.
—Entonces, ¿no tienes móvil? —inquiere mientras yo me concentro en que no me maten. Cuando el autobús cruza todo el mapa mi personaje sale de él y se queda suspendido en el aire, acabo aterrizando en una montaña en la que, aparentemente no hay nadie, y sin saber cómo consigo hacerme con una escopeta verde, un fusil azul y otro gris, un francotirador morado y un frasco raro con un líquido viscoso dentro. Tampoco sé que indican los colores, pero me gusta el azul, así que lo presiono y en la mano de mi muñequito aparece un fusil. ¡Wow!
—No. —Por el rabillo del ojo veo que Lars se rasca la nuca, inquieto.
—Tengo un móvil de sobra. Es viejo y no podrás hacer mucho sin Internet, pero creo que te podría servir para lo básico... Además, si quieres te podría ayudar a conseguir una tarifa barata para que puedas comunicarte con quien quieras, jugar a algunos juegos y eso...
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Amar tiene un precio.
RomanceEn un pequeño pueblo de Suecia, donde los estereotipos definen a las personas, Astrid se ha perdido a sí misma. Tras romper con su novio, conoce a Jan, un chico alemán de intercambio que despierta en ella sentimientos inesperados. Sin embargo, Jan n...