Capítulo 12.

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Axel.

Astrid se pasa todo el vuelo mirando por la ventanilla, maravillada por las vistas, y sacándole fotos al cielo. Sabía que le gustaría, por eso insistí en que fuera ella quien se sentara ahí.

Llegamos a las doce, al cabo de una hora porque es un vuelo corto, y nos dirigimos al hotel en un taxi.

Las pruebas comienzan por la tarde, a las tres, por lo que decidimos ir a comer a un Smörgåsbord —una especie de buffet tradicional sueco que incluye una variedad de platos fríos y calientes (arenques, salmón ahumado, albóndigas, ensaladas...)— con el dinero que he ganado este mes gracias a las redes sociales —soy un poco famoso, ganar Sveriges Yngsta Mästerkock con una cara bonita hizo que muchas chicas me siguieran; luego, participar en algunos campeonatos europeos (y dentro de poco iré a los mundiales) de snowboard (mi especialidad) y esquí también consiguieron que ganara unos cuantos más seguidores. Y por último, con el hockey, aunque en eso no soy tan famoso por ahora, he conseguido algún que otro patrocinador. Total, que tengo medio millón de seguidores y gano cerca de cincuenta mil coronas suecas por publicación, no está nada mal, ¿no?—.

Jan, a pesar de estar tan delgado, está a punto de llevar a la ruina al buffet al que vamos porque lo engulle todo y se relame los dedos cuando termina. Vamos caminando al centro para bajar un poco todas estas calorías antes de que las pruebas comiencen.

—No sé si ha sido buena idea ir a un buffet. Creo que, en vez de patinar, voy a rodar por la pista con todo lo que he comido —balbuceo, tocándome la barriga hinchada. No he comido mucho porque sé que no me conviene, pero aun así me he llenado muy rápido.

Astrid ríe.

—¿Estás nervioso?

—Para nada. —En realidad sí lo estoy, un montón, pero soy demasiado orgulloso como para admitirlo.

Miro el reloj, son las tres menos diez, así que ya debería ir entrando para dar una buena impresión.

—Será mejor que vayáis a dar una vuelta por Gamla Stan, podéis visitar el Palacio Real o la Storkyrkan y la Plaza Stortorget. También podéis ir a algunos museos como el Nobel, el Museet o el Vasa si sois más de cultura. O ir a comprar a Drottninggatan. Si no os apetece nada de esto mirad el mensaje que os he mandado, hay una lista de cosas que podéis hacer mientras estéis aquí. Las pruebas durarán cuatro o cinco horas, así que no os preocupéis por mí, os llamaré cuando haya terminado.

—Axel, ve a hacer las pruebas. No te preocupes por nosotros. Ya veremos lo que hacemos.

—¡Buena suerte, Axel! —Jan me saca los dos pulgares mientras sonríe—. ¡Vas a hacerlo genial!

—Eso espero. —Sonrío.

 Me despido de ellos y entro rápidamente al estadio en el que se harán las pruebas.

Ya hay algunas personas calentando y al verlas me doy cuenta de algo: todas me triplican en tamaño y masa muscular, y seguramente me dupliquen la edad.

Madre mía. Me va a dar algo.

Las piernas me tiemblan al reunirme con todos. Intento tranquilizarme mientras espero al seleccionador Mikael Olsson.

Cuando llega nos explica que el día de hoy consistirá en una evaluación de habilidades básicas y condición física, después nos pide que vayamos a cambiarnos.

Una vez todos estamos en el rink otra vez, empezamos con los ejercicios.

Estamos cinco horas haciendo pruebas de patinaje de velocidad (en línea recta y en curvas, al igual que algunos ejercicios de aceleración y frenado), de control del puck (ejercicios de dribbling a través de conos y de control del puck en situaciones de velocidad variable) y de pases (cortos y largos, y ejercicios de recepción). Después pasamos a una evaluación de condiciones físicas con algunas pruebas de resistencia (carreras y pruebas de VO2 max), con otras de fuerza y potencia (pruebas de fuerza en el gimnasio, y pruebas de salto vertical y salto de longitud), y terminamos con una prueba de flexibilidad y agilidad (ejercicios de estiramiento y flexibilidad, y pruebas de agilidad con circuitos con conos y obstáculos).

Amar tiene un precio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora