Me paso cerca de una semana preparándolo todo para que sea perfecto y, cuando me aseguro de que tanto Astrid como Jan tienen el sábado libre, le escribo un mensaje a Astrid.
Axel (el tío más molón del planeta): ¿Recuerdas el lago al que íbamos de pequeños?
No tarda mucho en responderme.
Astrid (mi estrellita favorita): ¿Cómo olvidarme? Solías ponerte a saltar sobre el hielo porque sabías que me daba miedo que se rompiera y nos ahogásemos en el agua congelada.
Río, divertido. Es algo que claramente haría yo.
Axel (el tío más molón del planeta): Te espero allí a las cinco. Ven con Jan, y ni se os ocurra llegar tarde.
Astrid (mi estrellita favorita): ¿Qué has hecho ahora, Ax?
Axel (el tío más molón del planeta): ¿Qué gracia tendría la sorpresa si te lo dijera? Jeje, ya lo descubrirás cuando vengas.
Astrid (mi estrellita favorita): 🙄
Termino de comer pronto para acabar con unos asuntillos pendientes respecto a la quedada de hoy. Una vez todo está listo, aviso a mi madre de que llegaré tarde y le aseguro que estaré bien acompañado, le cuesta un poco, pero acaba dejándome salir de la casa.
Me cuelgo una bolsa con varias cosas al hombro y empiezo mi caminata con las muletas hacia el lago.
Lars me ayudó con esta tarea al principio, aunque no sabe nada de la lista, así que le dije que se trataba de un plan para disminuir la tensión entre Astrid y Jan. Él consiguió un auger —más conocido como taladro de hielo— e hizo varios agujeros en la superficie helada del lago; también me ayudó a llevar algunas sillas de playa y colocarlas al lado de cada agujero, e hicimos unos farolillos caseros para tener luz. Lo único que me queda es preparar las cañas de pescar con el cebo y el picnic.
Una vez llego al lago, saco una manta de cuadros de la bolsa y la pongo en el suelo, encima de esta coloco algunos platos y vasos. Los tapers con la comida casera recién cocinada, el termo con la bebida caliente y un juego de mesa que encontré rebuscando entre las cosas de mi hermana los dejo en la bolsa para mantener la intriga hasta el final.
Carcajeo yo solo. Hoy vamos a tachar varios puntos de la lista, ¿qué harían Astrid y Jan sin mí? Lars tiene razón, soy el mejor.
Me siento en una silla al lado de un agujero y le echo un vistazo a mi móvil mientras espero a mi compañía. Tengo un mensaje sin leer.
Larsi puki: ¡¡A por todas!!
Suspiro. Lars cree que esto no es por Jan y Astrid, es más por ella y yo; dice que tengo segundas intenciones, pero no es cierto. Tal vez sigo sintiendo cosas por Astrid, pero prefiero mil veces que esté bien a que sea infeliz conmigo. Y yo sé bien que ella merece más que yo.
—¿Axel? —Alzo la vista del móvil y la dirijo hacia su voz aguda. Astrid me mira con el ceño fruncido, lo que me hace sonreír—. ¿Qué es esto?
Veo a Jan pelearse con unos árboles mientras bajan la colina que oculta al lago de lo demás; era nuestro refugio, el mío y el de Astrid, a veces también el de Lars, pero ahora también será el de Jan. Y eso me hace sentir genial.
—Como el hado madrino que soy, debía convertir vuestros sueños en realidad. Así que, bienvenidos al país de las maravillas, niños.
Astrid pone un pie en el hielo y vuelve a echarse para atrás inmediatamente.
Observa todo su alrededor antes de decir:
—Esto es impresionante... —Sí, no me gusta echarme flores a mí mismo, pero esto es genial. La luz de la luna se refleja sobre el lago, las colinas que nos rodean nos brindan privacidad y los árboles, con los farolillos que Lars y yo colgamos, le dan un toque mágico al lugar—. Pero creo que deberías salir de ahí. No es una buena idea.
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Amar tiene un precio.
RomanceEn un pequeño pueblo de Suecia, donde los estereotipos definen a las personas, Astrid se ha perdido a sí misma. Tras romper con su novio, conoce a Jan, un chico alemán de intercambio que despierta en ella sentimientos inesperados. Sin embargo, Jan n...