Lars.
Axel y yo nos conocemos desde que teníamos tres años, poco después conocimos a Astrid; pero yo siempre he estado al lado de él, sin importar el qué, y no es muy fácil aguantarlo cuando lo único en lo que piensa es en Astrid, en Astrid y en otra vez Astrid.
Sinceramente, Astrid me cae bien, pero estábamos mucho mejor sin ella. Escuchar a Axel obsesionado es como una tortura, porque ¿a quién le gusta escuchar a su crush hablando todo el día de otra persona y saber que nunca será tuyo?
Astrid y él se enamoraron en secundaria, y yo pasé a ser el segundo plato como amigo y como todo. Yo llevaba enamorado de él desde mucho antes de saber qué era lo que sentía, pero eso nunca importó.
Y ahora, viendo la publicación que ha subido hace unos minutos en las que salen él, ella y Jan, me he dado cuenta de que ya no soy el segundo plato, soy el tercero por lo menos. Y no me parece justo. Nada justo, porque ¿quién apoyó a Axel cuando su hermana se fue al otro mundo? ¿Quién lo ayuda cada día a superar sus inseguridades y a creer en el mismo? ¿Quién ha estado ahí hasta en los momentos en los que querías darle un guantazo porque pagaba su sufrimiento contigo? Yo, he sido yo. No ha sido Jan que llegó hace unos meses y no ha sido Astrid que solo ve las versiones buenas de Axel, he sido yo, y no estoy con él en Estocolmo.
—Joder, por fin te encuentro sin tu maldita lapa.
—No estoy para tonterías, Sven. Vete a tomar por culo. —Al menos con él no tengo que fingir ser el niño bueno. Menos mal, un respiro. No tengo que forzar ninguna sonrisa y aguantar gilipolleces sin recibir nada a cambio.
—Tenemos que hablar. —Su voz sale temblorosa, y me atrevo a mirarlo a la cara por primera vez en meses, tiene un aspecto de mierda, por lo que debe ser algo serio—. Rápido, antes de que León vuelva. Está hablando con Klara, así que tenemos unos minutos.
—Vale —acepto, no muy convencido.
Me agarra del brazo para llevarme al baño.
—¿Qué haces? —pregunto al ver cómo mira por debajo de cada cubículo para asegurarse de que no hay ningunos pies y por tanto no hay nadie dentro.
—Nadie puede enterarse de esto. Métete dentro. —Señala un cubículo del fondo, y le hago caso sin rechistar.
—¿Y bien...? ¿Qué es tan importante?
—Axel lo sabe.
—Especifica, ¿qué sabe exactamente?
—¡Mierda, Lars! ¡Lo sabe todo! Sabe lo del abuso, lo de las fotos... ¡Todo, joder!
Los músculos de mi cuerpo se tensan al instante. Axel lo sabe... Con que por eso ha perdonado a Astrid tan rápido.
—¿Sabe que...?
—No —me interrumpe antes de que termine la frase—. No sabe que fuiste tú el que tomaste las fotos.
El aire vuelve a llenar mis pulmones, aunque no me destenso del todo.
—Tienes que ayudarme —me pide, mirándome fijamente—. Fue tu plan.
—No. Mi plan era que la besaras y así le hacíamos una foto para que Axel creyera que le había sido infiel y así dejaban lo que tenían; tú rompiste el acuerdo y fuiste más allá de los límites, nada de esto hubiese pasado si te hubieses controlado, maldito hormonado de mierda. —Le doy un empujón en el pecho—. ¡Los dos hubiésemos ganado si hubieses cumplido tu parte, joder! Yo conseguía que Axel dejara de estar tan embobado con Astrid y tú conseguías tu puñetero beso de las narices y a Axel como otra rata de tu séquito, ¡pero no, tú tenías que arruinarlo todo!
Sven me mira con la mandíbula y los párpados tensos, como si fuera a golpearme, pero no lo hace.
—Sea como sea, tú lo viste y no hiciste nada. De hecho, seguiste con el plan y le enseñaste las fotos a Axel. Ah, y te recuerdo que llevaste a cabo tu plan de mierda semanas después de la muerte de Charlotta, no creo que te lo perdone nunca. Así que, si no quieres que tu querido Axel se entere de esto y te rompa hasta el alma, más te vale ayudarme. Si lo haces, estaré calladito y nadie se enterará nunca.
Aprieto los dientes. No me queda otra, ¿no? Si quiero que Axel y yo sigamos siendo amigos, tengo que conseguir que nunca se entere de que yo estaba involucrado y para eso tengo que ayudar a Sven.
—¿Qué has pensado? —acabo preguntando al cabo de un rato.
—Esto —dice, señalándose la nariz que le ha quedado un poco deforme— es culpa de tu amiguito...
—A Axel no le pongas ni un dedo encima —le interrumpo, con la sangre hirviéndome por las venas.
Él sonríe.
—Venga ya, Lars. Creía que eras más listo. No pienso arremeter contra Axel, pienso hacerlo contra Astrid. Él sufrirá más si la toco a ella que si le toco a él.
Escuchamos a alguien abrir un grifo, por lo que me limito a decirle:
—Mándame los detalles por mensaje. Haré lo que haga falta.
El pelo se me pega a la frente por el sudor, así que me paso una mano por él, despeinándomelo.
Mierda, la he cagado un montón.
***
Cuando llego a casa mi padre me espera para darme una paliza que me deja tirado en el suelo. No sé por qué sigo esperando llegar a casa y encontrármelo sobrio; es imposible, todos los días lo mismo.
—Ve a por cerveza. —Me pega una patada entre las costillas mientras sigo tumbado en el suelo con el labio cubierto de sangre.
—Vale, papá. —Me levanto como puedo y me dirijo hacia la entrada. Aún no he comido, pero será mejor que no le lleve la contraria.
Estoy llegando a la puerta cuando veo a mi madre limpiando cabizbaja.
No me jodas. No me jodas...
—Mamá —la llamo, pero no levanta el mentón—. Mamá. —Me acerco a ella y le levanto la barbilla para mirarla a los ojos, los cuales han empezado a amoratarse—. ¿Papá ha vuelto a ponerte una mano encima?
Sus ojos se llenan de lágrimas y yo solo puedo desear la muerte de ese cabrón.
—Lars, prométeme que en cuanto puedas, te irás de casa. Y no pensarás en mí, simplemente lo harás, y huirás de aquí.
—Te lo prometo —respondo para consolarla, pero nunca la dejaría sola con ese cabrón.
—Prométeme también que nunca le harás daño a una chica. Ni a un chico. A nadie, no le harás daño a nadie nunca.
Mi mirada baja hasta el suelo. No puedo mirarla a la cara, no puedo prometérselo. No puedo hacerlo porque ya he dañado a una chica.
—Voy a por las cervezas de papá —contesto en su lugar, saliendo de casa.

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Amar tiene un precio.
RomanceEn un pequeño pueblo de Suecia, donde los estereotipos definen a las personas, Astrid se ha perdido a sí misma. Tras romper con su novio, conoce a Jan, un chico alemán de intercambio que despierta en ella sentimientos inesperados. Sin embargo, Jan n...