Extra I.

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/Antes de empezar, me gustaría aclarar que estos extras tienen lugar en un mundo alternativo, por lo que no tienen nada que ver con la trama original (así que no os rayéis cuando veáis a Axel y a Lars súper amigos o a Jan viviendo en Suecia aún), pero quería darle una buena vida a mis niños. Es cortito porque no he tenido mucho tiempo para escribir, pero necesitaba escribir algo y ya de paso he decidido compartirlo con vosotros. Espero que lo disfrutéis, ¡prometo volver con más y mucho mejor pronto!


Axel.

Os resumo brevemente cómo estoy llevando todo esto de la boda: me he zampado casi todo el cáterin —a pesar de que mi madre no ha dejado de perseguirme en todo momento, de amenazarme con el ataque materno de la chancla (sí, ni con veinticinco años me libro de ella) y de exigirme que dejara de comer porque al final el cinturón me iba a estallar y la barriga se me iba a marcar en el traje (cosa que es imposible porque tengo una tableta tremenda que le encanta a mi prometida, casi mujer) y salir fatal en las fotos—, me tiembla todo el cuerpo, le he preguntado unas quinientas veces a Lars y a Jan por mi pelo, casi me pego tremendo ostión contra el suelo al subir al altar por los nervios, he confundido al cura con un vagabundo y he estado apunto de echarle a patadas de mi boda... y, bueno, ahora estoy esforzándome más que nunca en no llorar porque, joder, la mujer más hermosa que he visto en mi vida camina hacia mí para comprometerse conmigo para el resto de nuestras eternidades.

Miro a las niña de las flores y siento que estoy soñando porque es imposible ser tan afortunado: mi hermana, la cual se ha convertido en una adolescente preciosa —demasiado para mi gusto, pues soy un hermano muy sobreprotector y que no paren de salirle pretendientes lo hace más difícil— y la señora Nayros, que aunque dejó de ser una niña hace ya bastante tiempo, aceptó encantada cuando le propuse la idea, lanzan las flores de una manera que a cualquiera podría parecerle insignificante, pero que a mí me hace sonreír tanto que me duelen lo mofletes.

Conocí a Astrid cuando tenía tres años. Desde el primer momento conectamos, desde el primer momento supe que la quería a mi lado para siempre, desde el primer momento supe que era ella. Mi yo de diez años estaría dando saltitos de alegría al saber que se casará con su primer y único amor; mi yo de quince años estaría alucinando de que hubiésemos arreglado las cosas; y mi yo de diecisiete años estaría orgulloso de mí por no haber sido un capullo y no haberlo arruinado todo de nuevo. Por eso, porque ella siempre ha sido la razón de mi existencia, porque sin ella yo no sé vivir, mis palabras salen solas de mi boca:

—Sí quiero.

Entonces, ella responde:

—Sí quiero.

Y escucho el maldito "ya puedes besar a la novia" y soy el puto hombre más feliz del mundo. Porque, ¡esta chica ya es mía, universo! ¡Has hecho todo lo posible para arrebatármela y míranos, nosotros contra el destino! ¡Nosotros siempre!

—Joder —murmuro contra sus labios—. Mira que es difícil superar el día en el que te enteras que has entrado a la universidad de tus sueños o que has ganado una medalla de oro olímpico, ¿pero sabes qué, estrellita?  Tú has conseguido convertir este día en el puto mejor de mi vida, ¡y con creces!

Sonríe. Sonríe con esa sonrisa que me enamoró cuando apenas sabía deletrear la palabra "amor". Con esa sonrisa que siempre quise provocar. Y ya no puedo evitarlo más, las lágrimas empiezan a descender por mis mejillas y la alzo en mi brazos para empezar a darle vueltas por los aires mientras todos nos miran, nos observan contentos porque la felicidad que desbordamos, la felicidad de dos almas gemelas que acaban de oficializar su amor, es inexplicable.

—Te amo, joder, no sabes cuánto. No es ni medio normal, ¿sabes? Me vas a matar de tanto amor.

—Sigues siendo igual de cursi que cuando éramos unos críos, Dios. —Ríe para luego darme un tierno beso—. Eres lo mejor que pudo haberme pasado en la vida, Ax. Fuiste mi salvación. Fuiste la luz de mi oscuridad. Gracias por amarme cuando ni yo misma podía hacerlo. Gracias por luchar por nosotros. Gracias por ser tú.

—No te pongas ñoño que lloro más. —Me sorbí la nariz—. Creo que en esta vida no me da para pasar todo el tiempo que quiero contigo, ¿me prometes volver a intentarlo en otra?

—En otra y en todas, Axel.


/Bueno, esta es la versión resumidísima de la boca. Claramente quiero dar más detalles, pero os dejo con un avance. 

Amar tiene un precio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora