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Salma Martínez, 10:13 a.m.

Salté, grité y aplaudí de la emoción con Maya.

Me avalancé sobre ella y la abracé con todas mis fuerza. Ambas caímos al suelo riendo y casi llorando a la vez.

Mi entrenador Manolo y entrenador del la cantera masculina se quedaron fuera de la oficina. Al final, no tendría que hablar con la junta directiva, si no con director.

Peor me lo ponían.

Al entrar en la oficina sola , con sus paredes adornadas con trofeos y fotos de antiguos estudiantes exitosos, mi corazón empezó a latir desbocado.

El director, con su mirada severa, me pidió que tomara asiento.

Sentí que el aire se volvía denso, como si todas las paredes se cerraran sobre mí. Supe en ese instante que estaba a punto de enfrentarme a algo serio.

-Salma, hemos recibido informes que te implican en el incendio de la semana pasada. Debemos tomar medidas, y es posible que tengamos que expulsarte de la academia - dijo con voz firme. Mi mente se nubló.

Mi sien volvió a palpitar. Empezaba a dolerme la cabeza.

No podía ser expulsada. No podía dejar que se me escapase mi sueño por un malentendido.

Preferiría morir antes que dejar el fútbol. Mi sueño.

☆☆☆

Los días siguientes fueron una tortura. Ahora todas me odiaban. Me culpaban de destruir gran parte de la academia, justamente los dormitorios.

Todas han sido trasladadas a hoteles algunos han tenido que volver a sus hogares temporalmente.

Maya, mi mejor amiga y confidente, fue mi única fuente de consuelo durante esos días oscuros. Ella nunca dudó de mí, y su apoyo fue lo único que me mantenía a flote.

Finalmente, llegó el día en que todo se decidiría. Volví a la Masí masculina con mi entrenador, pero el volvió a quedarse fuera.

Caminé lentamente, cada paso resonando en los pasillos vacíos, mi corazón pesado con la anticipación.

Puede que haya genido la esperanza de volver a encontrarme con Lamine Yamal. Pero aquello no pasó, y por más que quisiera negarlo, sentí una pequeña punzada de decepción.

¿Qué me pasaba?

Al llegar, noté algo diferente. El director no estaba solo; había varias personas allí, incluyendo el jefe de seguridad y algunos de los profesores.

Mi sien volvió a palpitar.

El director me miró y, para mi sorpresa, esbozó una leve sonrisa.

-Salma, después de una exhaustiva investigación, hemos descubierto que tú no tuviste nada que ver con el incendio. Fue un accidente causado por un cortocircuito en la sala de máquinas. Quiero ofrecerte nuestras más sinceras disculpas por todo el sufrimiento que esto te ha causado. No solo no serás expulsada, sino que también serás recompensada por tu paciencia y fortaleza durante este tiempo tan difícil.

Las palabras del director tardaron unos segundos en penetrar en mi mente.

Cuando finalmente entendí lo que significaban, una ola de alivio y felicidad me invadió. ¡No iba a ser expulsada! ¡Podía seguir persiguiendo mi sueño!

𝟑𝟎𝟒 • 𝕷𝖆𝖒𝖎𝖓𝖊 𝖄𝖆𝖒𝖆𝖑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora