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Salma Martínez, 18:14 p.m.

Intentaba prestar atención, pero no podía evitar buscar a Lamine con la mirada.

Lo vi un poco más lejos, hablando con Héctor y Fermin, pero sus ojos se encontraban con los míos de vez en cuando.

Vi a Lamine escribiendo algo en su móvil, con una sonrisa traviesa que me ponía tonta. De repente, sentí móvil vibrar en mi mano.

Tuve la corazonada de que era para mí.

Saqué el teléfono con disimulo y vi un mensaje de él.

"Espérame en la salida. Sola."

Mi corazón dio un vuelco, algo nada normal en mí. La única vez que me puse tan nerviosa fue en mi primer partido con el Barça Athletic Famenino.

-Salma, ¿estás prestando atención? -La voz de Manolo me sacó de mis pensamientos. Que frunció el ceño al verme con el móvil y me miró amenazante-. Esto es importante.

-Lo siento -respondí, tratando de sonar sincera, pero mis ojos buscaban a Lamine.

Cuando bloqueé el móvil y levanté la vista, nuestras miradas se encontraron. Él sonrió y me guiñó un ojo.

Mi corazón se estrujo y dio un vuelco nuevamente.

¡AAAAAAHHHHH!

Y que consta, que quién ha gritado no he sido yo. Yo no me emociono por chicos.

Bueno, un poquito sí.

Pero solo un poco.

Ya te gustaría.

Bueno no, ni un poquito ni mierdas. Yo no me emociono por chicos.

No hasta que se trata de Lamine.

Cállate, consciencia asquerosa.

Es un poco contradictorio y RARO mandar e insultar a tu propia consciencia.

Lo que tu digas, preciosa. ¿Así mejor?

Sí.

Y no pude evitar sonreírle de vuelta, embobada.

El entrenador de Lamine, que creo que también estaba en la conversación, lo vio y frunció el ceño, claramente confundido. Sabía que Lamine solía ser muy concentrado en el fútbol y que no le interesaban las distracciones.

Maya notó la tensión y, cuando los entrenadores se alejaron, se volvió hacia mí.

-¿Pero y esas miraditas, guiños y mensajes entre vosotros qué es? -preguntó, con una sonrisa pícara.

-Nada, solo estábamos hablando -dije, restándole importancia, aunque por dentro solo podía pensar en él.

Maya levantó una ceja, incrédula.

-Ajá, claro. Como si no hubiéramos visto todos el pedazo guiño y sonrisa que te ha dedicado.

Sentí mi cara arder y deseé pegarle con todas mis fuerzas ahí mismo.

-Maya, te voy a enseñar algo pero, por favor, no grites ni te emociones mucho porque no es nad...- empecé yo, jugueteando con la funda del móvil.

Era mi mejor amiga, casi como mi hermana y se lo tenía que contar. Tarde o temprano se enteraría.

-Sí, sí. Tranquila, amor.

Le enseñé el mensaje de Lamine, que como bien avisada la tenía, se emocionó por mí y empezó a burlarse.

𝟑𝟎𝟒 • 𝕷𝖆𝖒𝖎𝖓𝖊 𝖄𝖆𝖒𝖆𝖑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora