Abril, 2006
Sam lo había planeado todo para aquella fiesta sorpresa; a regañadientes incluyó a Aleksandr solo porque necesitaba de su ayuda y aunque antes hubiera estado algo celoso de que el pelinegro siempre sea parte de las citas con Camille o se terminara hablando de él, al final comprendió que ellos eran tan solo amigos que rozaban la hermandad.
Había hablado con Camille después de enterarse de su opulenta vida y esta le relató cada detalle de sus días junto al jovencito que le sacaba dos años por delante. Él se había encargado de darle calidez a sus días de soledad y así fueron creciendo hasta que decidieron que una escuela en Londres no era lo suyo, menos el internado en Suiza de esas escuelas carísimas que significaba que ellos tendría poco tiempo para disfrutar de lo que consideraban era "mejor" o lo que para Emma y él simplemente seria el día a día: ver a sus padres salir a ganar unos dólares para mantener la casa, sus madres como amas de casa, un perro o gato, un auto y una casa que los hacia vivir una buena vida, definitivamente no podía quejarse de su vida comparada con otros, pero contrastado la vida de a Aleksandr o la de Camille, eso sí que era otra historia.
Entre el cotilleo que se había formado en la escuela, todos habían empezado a investigar y claro que habían trastabillado hasta caer de la sorpresa, ellos dos si sabían de riqueza. Los hogares de estos dos no eran unas simples casas con piscina que alguna vez había visto y hasta entonces su mayor anhelo había sido ese, no... ellos tenían mansiones como nido familiar y todas esas hectáreas que rodeaban estas era como si tuvieran dos o tres campus universitarios en un solo lugar, sus papás no eran un simple profesor o una enfermera, eran los empresarios más reconocidos de Londres y gran parte del mundo, sus empresas eran la que brindaban estabilidad económica a gran parte de Europa, ¿un auto? Nada de eso, la colección extravagante de cada familia era una locura, los jets, las propiedades, cientos y cientos de empleados a su cargo sin contar a la servidumbre que debían de tener en cada mansión; no decían nada de animales, pero no les sorprendería que tuvieran un zoológico completo.
Sobre todo, nadie podía creer que dejaran de lado todas aquellas comodidades para que se comportaran como personas normales. Aleksandr trabajaba de mesero y vaya que le iba bien, siempre le dejaban jugosas propinas y Camille hace un par de meses que le dieron oportunidad de ser dependienta en una pequeña tienda de libros, algo pesado cuando tenía que ponerlos en orden o el inventario, pero siempre con la mejor actitud. De su trabajo pagaban los gasto, sin siquiera pedir un dólar más de lo correspondiente; sus padres pagaban lo necesario, como la escuela, seguro médico y comida, porque aquella casa donde vivían, los padres de Harford la habían comprado y esa fue la cereza del pastel que ellos tenían como vida normal.
-Sigue sin contestarme – refunfuñó Emma – no puedo creer que solo se le haya dado una pequeña cosa y no la haga.
- A mí tampoco – el castaño levanto su teléfono mostrándolo
-¿Y si sus padres le hicieron otra sorpresa?
- No lo creo Emma, ya comentaron lo complicada que era su situación
-Por favor, Sam – lo miro con ironía – teniendo todo lo que tienen, nadie se fijaría si tus papás están o no, una llamada de estos y les solucionan la vida
-Pero ellos no son así
-No son así porque no quieren – su amiga Jade entro al restaurante con el semblante colérico – ¡Jade!
-Emma, Sam – lo miró sin saber que más decir – creo que... - no pudo continuar, pues no era confirmado su sospecha o sus ideas por así decirlo.
Ella había llegado a casa para alistarse después de su entrenamiento de atletismo, tenía el tiempo contado para dirigirse a la fiesta de Camille. Haciendo un cálculos por más que se apresurara, era seguro que llegaría después de que esta haya empezado, pero no, cuando llego a casa escucho unas risas y si no estaba alucinando era el sonido de unos besos, susurros y jadeos momentáneos casi imperceptibles, se negó a pensar en la castaña con el pelinegro haciendo algo, no... era inimaginable, pues ellos siempre habían dejado en claro que solo eran como hermanos y eso le parecía retorcido de alguna manera, porque no podrían tener esa imagen el uno con el otro y de igual manera estar haciendo algo indecente, por escasos segundo su mente le brindo la salida que tal veas se Nate, muchas veces había llevado a chicas y no se enrollaba con ellas siempre en su habitación, muchas era donde caía; sin embargo, las voces de los dos fueron inconfundible con su típico "bonita, bonito" usualmente se llamaban cuando estaban a solas y muchos de estos momentos ella los había presenciado, pero jamás vio o escucho algo raro hasta ese momento ¿estarían jugando con su amiga Emma? No solo con ella ¿también con el pobre de Sam?
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Sobre la Piel de mi Verdugo
RomanceUn encuentro nuevo... Una nueva historia... El dolor y el analgésico, son la misma persona. No se trata del amor que sintió, se trata del odio que siente. No se trata de recordar, se trata de que no olvido. "No creas que esto se trata del presente...