Abril, 2006
Desde el sucedo del baño, Aleksandr había tomado su distancia con ella, en muchas oportunidades esperaba acorralarlo para poder hablar; sin embargo, al pelinegro se le había hecho fácil las evasivas si implicaba a la adolescente.
No era que su cumpleaños lo celebrara a lo grande, pero siempre estaba Aleksandr acompañándola y una que otra llamada de sus padres. Ya había anochecido y no había rastro de él, sus padres la habían llamado tempranos al igual que sus abuelos;
Sam le ofreció una invitación a cenar, siendo las siete, no le había comentado más, nadie estaba en la casa y pues ella solo le quedaba mirar la televisión o leer ese libro que había empezado hace dos semanas y solo había logrado leer hasta la página treinta y dos, de su cabeza no salía Aleksandr, no la dejaba avanzar con nada.
Se estaba quedando dormida cuando la puerta se abrió, un Aleksandr nervioso paso sin tomarla en cuenta, ya no lo perseguiría, esa situación se había acabado – que te den maldito Gahel Harford – vio cómo se perdía por el pasillo, una punzada de dolor cruzó su pecho, porque como mínimo esperaba que ese día la saludara, así sea solo un "hola, feliz día". Su lado caprichoso quería hacer una pataleta, pero la parte que le decía que se debía comportar a la altura ganaba, así que lo ignoraría, se contentaba con el correo de Khristeen y la alusión que sus papás también le mandaban saludos, suficiente con tres Harfords. Algo molesta tomo su manta y el libro que tenía, se iría a su habitación y pretendería no existir, en eso era buena.
Estaba cumpliendo dieciséis y ella estaba en su habitación siendo las siete y cuarto de la noche alistándose para ir a la cama, como mal chiste; seguía durmiendo con las camisetas de Aleksandr. Entre un impulso de la rabieta que estaba tratando de controlar por lo mal que se sentía con la situación, escupió la espuma de la boca, se miraba al espejo negando y volvía cepillarse con brusquedad los dientes, los ojos le escocían, se sentía sola y esa era la verdad, muy parte del rechazo o vergüenza de él, era la sensación de estar sola; jamás tuvo que encapricharse de hacer esto – una vida normal – bufo con lágrimas saliendo – bravo, Camille. Encima te atreves a llorar – se reprochó mirándose al espejo – "deseo que siempre la señorita Pride vuelva a mí" – repitió aquel deseo del pelinegro - ¡Ay, maldito idiota! – chilló – te odio, juro que lo hago - ¿dieciséis? Su imagen no parecía de esa edad, que tenga los ojos rojos y la nariz de la misma forma le daba la impresión de tener mucho menos - ¿Quién te va a tomar en serio? Mírate, hasta las de trece tienen más condiciones que tú. No podemos culparlo, debe estar avergonzado y nunca estaría contigo tampoco, Camille. Baja de esa nueve tuya... como va a dejar a Emma por ti – el sentimiento de verse tan ridícula llorando y hablando sola la embargo – deja de llorar y acéptate, nunca serás mejor que ninguna chica que pueda estar con él, jamás podrás verte así de imponente como él, solo lo estorbarías – rio con amargura - ¡ridícula que soy!
Se sentía avergonzado con Camille por lo que había hecho y si escapaba de ella es porque no tenía una excusa que dar para su comportamiento, de verdad deseaba estar con ella, pero debía respetarla. Lo que sucedió fue porque él se había aprovechado de la situación, ella es menor y no debería haber sucedido aquello.
Con valentía abrió la puerta de su habitación de la castaña esperando darle su regalo antes de llevarla a la fiesta sorpresa que el estúpido de su novio había preparado, tuvo muchas ganas de negarse a ayudarlo, Emma había sido muy insistente que ayude pues había notado la distancia que él mostraba con Camille. La castaña se encontraba en el baño, como pudo acomodó el pastel, los regalos y el arsenal de globos llenos de helio por toda la habitación, la escucho hablar, sin lograr distinguir lo que decía, solo su llanto; ella jamás lloraba, así que lo que la estuviera afligiendo debía de ser muy importante.
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Sobre la Piel de mi Verdugo
RomanceUn encuentro nuevo... Una nueva historia... El dolor y el analgésico, son la misma persona. No se trata del amor que sintió, se trata del odio que siente. No se trata de recordar, se trata de que no olvido. "No creas que esto se trata del presente...