CAPÍTULO 4

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MUJER MARAVILLA

DICIEMBRE, 2015

ALEKSANDR

-El viaje al Caribe te ha hecho bien – Zev habla apenas cruza el umbras de mi oficina – quince días descansando de tu mal humor, fue la mejor experiencia para todos

-Si has venido a atacarme Woodgate, es mejor que te marches. El buen humor no dura para siempre – me había tomado quince días después de que regresé de Washington, fue el único medio que encontré para escapar de ella, después de ese día de haber estado con la rubia, me mente seguía trasladándose a cuando tenía veinte años y disfrutaba del carente cuerpo de Camille - ¿Qué quieres?

-Solo he venido a saludar, extrañe a mi amigo – lo mire fijamente, este hijo de perra quería algo y si podía contar conmigo para lo que necesitara, pero eso de buscarme de la nada... solo significaba que se había metido en problemas

-Nos dejamos de rodeos, Zev ¿Qué has hecho ahora?

-Harford, me ofendes

-Me estoy aburriendo, habla ahora – demando

-Está bien, tranquilo – levanta las manos – Conocí a una mujer

-La embarazaste, mi consejo... hazte cargo, no te digo que te cases, pero es tu hijo – se levantó desesperado

-Lo que exista allá arriba que me salve de tu maldición – su reacción fue tan exagerada que da gracia – me alegra divertirte, pero no. No hay embarazo de por medio.

-¿La mujer te robo algo importante? – este asintió - ¿Qué?

-El corazón – no puedo evitar mirarlo con una gran interrogante

-Zev Woodgate, pensando en sentar cabeza. Pensé que no viviría para verlo, pero felicitaciones. Supongo

-Alek, necesito saber de ella – se sienta tomándose la cabeza

-¿No te la has follado? – me iba quince días y me perdía una vida entera

-No y no tuve el tiempo de comentarte de ella, la conocí en la gala de beneficencia. Es deslumbrante, su piel es como la porcelana, sus labios – respiro hondo – son gruesos – por alguna razón el mencionar esos detalles de la mujer pienso en Camille y con solo eso el humor se me va, otra vez ella – es alta, delgada, sus ojos son impresionante; te aseguro que cautivan con solo verlos y ni que hablar del cuerpo que tiene... unos senos impresionantes – era la primera vez que se refería así, "senos", siempre eran "tetas" – un trasero que ruega ser azotado y va acompañado de unas piernas muy bien torneadas. Te aseguro que su cintura entra tranquilamente entre mis dos manos, pero sus caderas son pronunciadas.

-Entendí, la mujer perfecta no te ha dado ni la hora – completé lo que quería decir

-Tiene novio

- ¿cuándo te ha detenido eso? – se encogió de hombros

-Nunca, pero te aseguro que ella no es como las que quieren que le prestes atención, ella sabe que tiene la atención – de pronto era como si de nuevo estuviera hablando de Camille – pero a la misma vez le incomoda – y esa era la parte contradictoria que ella no tenía. Camille siempre había disfrutado de la atención, le gustaba que todos voltearan a verla.

-¿Cómo se llama tu flamante musa? – lo veo contraerse por completo

-No lo sé – lo miro incrédulo – Es nueva en esto y cuando logré que alguien me dijera su nombre, ya estaba con unas copas encima

Sobre la Piel de mi VerdugoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora