CAPÍTULO 9

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GRATITUD Y APRECIO 

OCTUBRE, 2005

-¿Vas en serio? – Emma no dudó en increpar a Aleksandr la decisión de llevar a Camille con ellos al paseo que habían planeado con su círculo de amigos – Es una niña ¿Qué va hacer ahí? Alek, nosotros no hacemos lo mismo.

-No la voy a dejar sola – le molestaba que se interpusiera en la relación que tenía con Camille – y no es necesario que tenga nuestra edad, es muy madura para la suya

-Ella no me soporta, no quiero estar pasando un mal rato – se quejó – tengo mucho más derecho que ella a estar cómoda

-Emma, ella ni te mira – Eso era verdad, siempre la obviaba, lo máximo que hacía era saludarla y se retiraba – Cam no incomoda a nadie.

-No me mira porque me odia – Aleksandr se estaba cansando de la misma cantaleta – y me incomoda a mí. Siempre que está ella, te retraes y solo le prestas atención a ella

-No sé de qué hablas – si lo sabía; no la besaba, no la tocaba por respeto a Camille y sobre todo no le prestaba atención porque Camille se la llevaba toda.

-Bonit... - Camille se quedó callada al ver a Emma con los brazos cruzados mirando a Aleksandr – Aleksandr, hola Emma. Voy a estar en mi habitación.

-Camille, espera – Era la primera vez que Emma le hablaba más de un "Hola", la miro esperando a que siga hablando - ¿Cómo lo llamaste?

-Emma, déjala en paz – dijo entre dientes

-¿Aleksandr? – Camille no quería meterlo en problemas, nunca usaba el bonito si no era que estaban solos, al igual que él

-No, sabes a lo que me refiero – podía ver los celos de Emma

-Tranquila, yo no quiero problemas – Emma seguía esperando

-¡Repítelo! – gritó

-¡Emma, te vas! ¡Camille a tu habitación! – Esa faceta de chico alterado era muy rara de ver y estaba segura que Emma nunca la había visto por la expresión que llevaba, contrario a Camille era conocida, era su manera de protegerla, no se quería quedar callada, en ese momento vio la oportunidad de desprenderse de toda su frustración de manera moderada.

-Bonito, siempre lo llamo bonito – Aleksandr se quedó estático – Como él a mí me llama bonita, es algo mutuo, por lo menos lo hacía – Emma paseaba la mirada entre los dos rostros que tenía al frente – Pero si crees que es algo para preocuparte... estás equivocada. Creo que Aleksandr siempre ha repetido que soy como su hermana y yo, lo veo igual – es así como le regalaba la misma experiencia de lo que ella sentía, ese sabor amargo que diga que es como su hermano, era como si le cerrara la puerta en el rostro – Entonces... ¿necesitas hacer un show como este? No, es innecesario ¿tus celos están justificados? Tampoco, porque desde que Aleksandr está contigo no hemos compartido tiempo, es el periodo más largo que no nos hemos hablado. Estábamos acostumbrados a ser solo los dos y no sabes cuánto le agradezco eso, seguro no lo sabes o quizá te lo haya comentado, soy hija única y eso es triste. De pronto todo lo que conocí cambió con mi llegada a América, ahora, eres tú y él, yo ya no entro al cuadro. Nuestra relación de amigos se esfumó y aun así tratamos de sostener esto de considerarnos "hermanos" – rió divertida - ¿Estás segura de sentir celos, por una decadente relación de amistad? – Aleksandr podía apreciar la frustración que desprendía Camille, sin embargo; Emma se sentía una tonta por obsesionarse en una relación que no existía entre ellos – Eso no es todo... ¿Cómo puedes sentir celos de mi? – se apuntó y dio una vuelta de trescientos sesenta grados – Tienes todo lo que yo carezco – Desde que tiene uso de razón nunca Camille se había degradado a compararse – Pero como dicen "siempre hay un roto para un descosido" – trató de sonreír – Eso era lo que quería decir cuando llegue. No quiero que te enteres por otra parte Alek – Aleksandr no lograba abrir la boca, seguía con la mirada atento a ella – Desde fines de septiembre estoy saliendo con Sam – la sensación que experimentaba ahora era combinación de dolor, decepción, celos y molestia. Emma la abrazo felicitándola, mientras él seguía viéndola con la mezcolanza de sentimientos que lo embargaban en su interior. Camille solo vio como negó repetidas veces con la cabeza antes de marcharse y escuchar el sonido de la puerta estrellándose contra el marco de esta. Se había encerrado en su habitación.

Sobre la Piel de mi VerdugoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora