CAPÍTULO 32

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Enero, 2016

ALEKSANDR

-Banner ¿Gibson?

-Se encuentra con Muley, monitorearan todo el aeropuerto. Ya se paralizó las operaciones y están a la espera que pase por migraciones.

-Keyrah y Victoria que se trasladen – asiente y teclea en su teléfono.

-Cancelé la conferencia. La señorita William dejó un mensaje, que lo espera para cenar – sus mejillas se encienden como siempre – ¿Qué le digo? ¿También mando por ella?

-No contestes.

-Ha sido insistente – reviso el teléfono, no hay nada - ¿Señor?

-Que no joda, ni ella, ni nadie. Estoy en algo importante. – la sorpresa la deja con la boca abierta – cierra la boca – lo hace al instante mientras llamo a Gibson.

-Señor, no hay noticias.

-¡Han pasado cuatro horas!

-Hemos intervenido las cámaras de la torre Pride, se llega a visualizar que sale del estacionamiento y el recorrido es hasta el aeropuerto, deja su vehículo en el estacionamiento y se marcha. Logramos monitorear hasta que llega a Forest Park, después de eso no hay rastro de ella.

-¿Cómo alguien puede desaparecer de un momento a otro?

-Señor, hemos revisado vuelos privados y comerciales, solo para corroborar la información y ella no tiene ningún movimiento.

-Como en la próxima hora no la encuentren, todos estarán despedidos por incompetentes. Cuando se trata de Pride todo se les complica.

Lanzo el teléfono.

-¿Dónde carajos estas? – Amanda sigue en su parada sin moverse ni un centímetro - ¿Te vas a quedar parada? Haz algo – asiente - ¡Muévete!

Camille definitivamente sabía cómo movilizar toda una ciudad solo por encontrarla, los minutos pasaban y no había información de ella. Ni su amiga que estaba siendo distraída por Zev sabía algo; Sophia estaba convencida que estaba camino a Edimburgo.

Su noviecito tenía salida a Bahamas con un vuelo comercial y su tío ya se encontraba esperándolo, su primer paraíso fiscal estaba sin fondos y esa era la buena noticia de la semana.

Eran las diez de la noche, Keyrah estaba durmiendo después de todo el alboroto que había armado porque ya no quería estar con Victoria, al parecer ya era tiempo de cambiar de niñera.

-Tienes que subirme el sueldo – me recuesto en la silla – Keyrah se está pareciendo a su madre, igual de engreída.

-Es tu trabajo lidiar.

-Por unos cuantos ceros más en la cifra, lo haré sin quejas.

-Creo que te pago lo suficiente y dejo que goces de una vida que ni en tus mejores sueños podrías costear.

-Sí, pero hace mucho que me tienes desatendida y eso le quita la diversión al trabajo – se acomoda las tetas para que resalten en esa blusa transparente que la hace ver corriente – y ese era el bono que me gustaba.

-Sigue con esa mierda y te quedas sin trabajo.

-Por favor, soy la única que podría cuidar bien a tu hija.

-Siempre hay alguien mejor.

-Vamos, solo una vez. Prometo complacerte – masajea mis hombros, baja hasta mi pecho abriendo la camisa y colando las manos – hay que recordar viejos tiempos.

Sobre la Piel de mi VerdugoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora