CAPÍTULO 28

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Enero, 2016

CAMILLE

Mis dedos entre las hebras de su cabello, sus manos recorriendo mi cuerpo con desespero, el deseo y el anhelo convertido en lujuria, mis sentidos hipnotizados con su tacto, el repiqueo de mi corazón bombeando la sangre a cada parte de mi ser... Viva, hace mucho que no sentía esto.

El éxtasis me consume, muerde, succiona; me marca.

-Para – susurro – espera – Aleksandr me mira frustrado – no debo – trato de explicar cuando sus expresiones se enfrían – Alek, yo no puedo hacerle esto y tu no deberías hacerle eso a Larissa.

-Yo no le debo explicaciones a nadie – mi desesperación de no perder esto me impulsa a tomarlo de la mano – Gibson te llevará de regreso –Me mira con desdén soltándose de mi agarre.

-Discúlpame – sueno a suplica – pero no le puedo hacer daño – respiro profundo – él no se lo merece.

-Tranquila, yo no se lo diré – el sub tono de su voz me escarapela el cuerpo – pero deberías haberlo pensado antes. Poca gracia le hará a tu noviecito si se llega a enterar que hemos compartido la cama dos veces y una de esa te he tenido solo con bragas, menos que me devoras la boca como si no hubiera mañana o el hecho que solo te tengo que abrir la boca para que tu coño chorree.

-Aleksandr...

-Camille, no busques la humillación. Toma tus cosas, Gibson te espera.

Estaba segura que había hecho lo correcto, pero contrario al sentimiento de calma que debía sentir; me sentía fatal, se sentía completamente equivocado el haber cortado aquel beso, todo gritaba vacío en mi como si el no tener su toque me volviera ordinaria pues sus ojos y postura cambiaban cuando no existía ese contacto.

Tan pronto perdí la visión de su cuerpo alejándose por aquella confinidad de paredes, el abandono lo sentí, el sentimiento de sentirme viva se había ido con él.

-Señorita – Gibson mantenía abierta la puerta posterior – ¿la ayudo con el abrigo?

Negué – No necesito que me lleves, me podrías brindar mis llaves.

-El señor Harford me dio una orden, lamento no poder complacerla.

-No me importa lo que haya dicho Aleksandr, dame mis llaves.

-Lo siento señorita Pride, son órdenes del señor.

-Te estoy diciendo que me des las llaves – el bochorno que me invadía me ponía de mal humor – no me importa lo que haya dicho Gahel.

El malestar en su rostro me indicaba que esto no sería bueno para él – aquí tiene – respiro y miro hacia atrás, como si supiera que estaba siendo vigilado.

-Siento esto Gibson, no quiero ser grosera.

-Comprendo. Un placer tenerla en casa señorita Pride.

Las ostentosas calles me daban una despedida muy fría e insensible dejando parte de mi anhelo con él.

Los lapsos de trafico vehicular me gritaban que era la oportunidad de dar la vuelta para retractarme de la situación, el corazón me estallaba de necesidad de estar cerca, calidad y conforme en sus brazos, pero la mente me decía que era lo correcto, que no podía hacerle esto a Sebastián. Debía de respetar y ser leal al tiempo que él me había dedicado, el amor incondicional que me brindo... Aleksandr ya no era igual y él no estuvo para mí, y eso debía de entender.

Mis padres y Sophia me recibieron con una sonrisa tensa, el comportamiento extraño seguía siendo parte de ellos.

-¡Cielo! – papá fue el primero en acercarse – ya me dijo todo tu madre toda tu imprudencia, pero primero ven aquí – me rodeo en su brazos.

Sobre la Piel de mi VerdugoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora