CAPÍTULO 10

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EL IDIOTA QUE MENCIONASTE

OCTUBRE, 2005

-¿Aleksandr? – Camille había tratado de hablar con él desde hace una semana, pero sus intentos habían sido en vano. Aleksandr estaba haciendo su vida como si ella no existiera, las veces se encontraban en la escuela ya sea por los pasillos o porque ella iba a ver a Sam a las prácticas, la ignoraba, en la casa era lo mismo – no necesito que hables, pero tienes que escucharme – como era de esperar no mostró interés alguno – Por favor – tomó una manzana y pasando junto a ella se perdió en el pasillo camino a su habitación -¡Aleksandr Ghael Harford! – la respuesta a eso fue cerrar con poca delicadeza la puerta. No soportaría más su actitud, si no la quería escuchar por la buenas lo haría a la mala, meditando unos minutos fuera de la puerta, tomó valor y sin importar nada entro a la habitación encontrándolo en una situación muy agradable para la vista, pero muy revolucionaria para sus hormonas. Se encontraba solo el bóxers encima de la cama terminando de comer la manzana que había cogido hace unos minutos. Aleksandr posó su vista en ella por unos segundos – Tene... tenemos que hablar – sin embargo; en vez de demostrar ápice de interés, acomodo sus almohadas y volvió a comer lo poco que quedaba de la bendita manzana – Deja de ser un niño, necesitamos hablar – Camille se cruzó de brazos al pie de la cama viéndolo molesta – mínimo escúchame – la abrumaba esa situación – Alek por favor – haciendo gala de su puntería tiro de los restos de la manzana al tacho que se encontraba al otro extremo para tomar el libro que se encontraba en su buró – Alek, hazme caso. ¡Aleksandr! – No había respuesta – ¡Ghael! ¡Ghael! – Ni siquiera pestañeó. Sin pensar bien las cosas se lanzó encima de él, acorralándolo bajo su cuerpo, ahora si tenía su atención – Te tengo, bonito – Aleksandr quería hablar, pero no exactamente para aclarar la falta de honestidad y confianza de Camille, por alguna razón el toque brusco al que había sido sometido activó cada centímetro de su cuerpo – por favor – sonrío triunfante al poner los brazos del jovencito por encima de su cabeza y sosteniéndolo febrilmente – se acabó tu berrinche

-¡Bájate! – No fue un grito, pero si mostraba determinación. Estaba muy nervioso, el roce de piel con piel lo había afectado, rogaba que Camille no se le ocurriera ir un poco más atrás porque sentiría una parte de su cuerpo que nunca antes había sentido, porque nunca antes lo había excitado – Hablo en serio Pride, suéltame y bájate – poco le importo lo que pedía, se sentó en su abdomen, escucho como Aleksandr soltó el aire – No estoy jugando, tienes que irte

-No lo voy hacer, tenemos que hablar y si te tengo que amarrar para eso... pues lo haré –su erección iba creciendo y Camille se ponía más insistente – tenemos una hora para hablar, todos ya vendrán a recogernos

-No te quiero hacer daño, bájate – susurró con dificultad, Camille negó con la cabeza, antes de que pueda abrir la boca se deshizo de su agarre para tomarla por los muslos y levantarla, tan pronto lo logró, aprovechando el aturdimiento de Camille salió con velocidad para encerrarse en el baño.

***

-¿Cami? – Sam había tratado de hablar con su novia todo el camino, pero estaba está más distraída de lo normal

-Lo lamento Sam, estoy muy cansada – se apoyó en su hombro para poder dormir. Por su mente pasaba el momento cuando salieron de casa y Aleksandr tomó de la cintura a Emma devorando sus labios, nunca antes lo había hecho en frente de ella, contrario a esta vez que la besó mientras su mirada se posaba en la suya, sentía su pecho apretujarse.

-Ya no falta mucho para llegar. Mejor descansas llegando, te van a encantar los bungalows*, lo vamos a compartir con Aleksandr y Emma– últimamente ellos no se había llevado bien pues en las prácticas , en más de una oportunidad Aleksandr lo había tackleado dejándolo muchas veces fuera de juego por la fuerza que ejercía al impactar contra él, grandes problemas que traía a ambos uno quedaba lesionado y el otro era receptor de varios ultimatums, pues no era parte de su juego tacklear* – Espero tener oportunidad de hablar con él y decirle que de verdad mis intenciones son buenas, yo no te quiero hacer daño – Sam podía ser el tipo de chico que cualquiera escaparía por creerlo malo, pero era todo lo contrario, tenía un corazón enorme y eso era una de las cosas que a Camille más le gustaba.

Sobre la Piel de mi VerdugoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora