Febrero, 2016
CAMILLE
Desde que Sebastián se encuentra en la ciudad no ha parado de tratar de contactarme, Sophia solo me escribe correos al igual que mis padres.
El cielo se ve gris, poco ha de interesarme, pero debería pararme, sé que debo hacerlo; sin embargo, el desgano hace de mi lo que le plazca, el cuerpo lo siento pesado y por más que sé que debo alimentarme bien, el estómago me juega en contra y la mayoría de lo que consumo se va al drenaje.
La cocina se ve inmensa y vacía, casi ya no hay nada en el congelador, los trastes están por lavar de la noche de ayer que tiene aún los restos de la comida de que no pude terminar, un desastre. Tomo mi poca voluntad y empiezo con la limpieza cuando veo la hora, un cuarto para las seis; como los últimos días, el timbre suena...
<<-Camille, ábreme – exige – no me trago que estes fuera de la ciudad – abre, tenemos que hablar.>>
Desde hace cinco días que viene a la misma hora – suena sin parar el timbre y su voz exigiendo ser atendido con desesperación se escucha por el intercomunicador – sin importar que me aleje en todo el espacio se escucha su exigencia, el conserje envía un mensaje a mi teléfono si deseo que sea retirado, niego su ayuda y solo por el hecho que sospecharía que si estoy en casa.
<<-Princesa, sé que he sido duro, pero ábreme.>>
En definitiva, no quiero vivir escondiéndome, pero no sé qué hacer con él, no sé cómo terminar con esto y por muy tranquila que parezca me empieza a dar ansiedad el solo hecho de escucharlo, me agito y tiemblo, los nervios me los pone de punta como ahora, la presión se me baja y cuando me doy cuenta la sangre vuelve a manchar mi regazo.
<<-Camille, esto será peor cuando nos veamos, abre.>>
El timbre se vuelve inflexible al nivel que la cabeza me estalla, los temblores me invaden y la hemorragia se vuelve escandalosa; normalmente no me desesperaría por esto, pero hace mucho que no me sucede y menos a este nivel.
Mi habitación la siento lejos, la camiseta me la quito y me la pongo en la nariz para no manchar nada, dejo atrás la voz de Sebastián, solo se sigue escuchando el timbre.
El espejo me da la peor versión de mí, me veo pálida, la sangre me corre hasta la boca, trato de detenerla, el agua corre junto con la sangre y no puedo evitar llorar, porque por más que sé que esto podría parar llamando a mis papás, la vergüenza me invade, pronto pienso en Alice, Sophia y las veces que hablábamos cuando esto le pasaba a otra persona, lo muy fácil que es decir que simplemente es mandarlos al demonio y continuar, pero no es así de sencillo; una se siente enjaulada y sin salida, a veces hasta culpable de las situaciones.
Alice...
¿Y si Sebastián tiene razón? ¿Si de verdad soy una egoísta? Yo tuve que darme cuenta de que ella necesitaba de mí, si no hubiera estado tan metida en el traslado de sede y ser exitosa por mis medios, ella estaría con vida, me hubiera dado cuenta de que nada estaba yendo bien. Quizá sus padres no se hubieran sentido abandonados y ellos me habrían hablado de las urgencias que los aquejaban.
Si me diera tiempo para las personas que se interesan en mí y de las cuales digo que sí me importan, tal vez no estaría arrepintiéndome de la perdida de Alice.
El teléfono de la casa suena y a la tercera entra la contestadora.
<<-Cam, estoy tratando de contactarte, Sophi me dijo que estas en Edimburgo, pero no me contestas los correos y menos el teléfono, estoy probando suerte – ríe – Irina y Darrell siguen insistiendo que vengas a quedarte con nosotros, esperamos que te encuentres bien, aunque Alek dijo que todo estaba bien. Bueno llam...>>
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Sobre la Piel de mi Verdugo
RomanceUn encuentro nuevo... Una nueva historia... El dolor y el analgésico, son la misma persona. No se trata del amor que sintió, se trata del odio que siente. No se trata de recordar, se trata de que no olvido. "No creas que esto se trata del presente...