Capítulo 01 | Las palomitas voladoras.

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01 | Las palomitas voladoras.

Alex.

— Alexander, levántate ya de la cama que a este paso vas a hibernar. –dice Luka.

He estado muy mal estas últimas semanas. Por un lado, tenemos a mi madre que está todo el día detrás de mí y casi ni me deja respirar. Alexander haz esto. Alexander haz lo otro. Alexander no estés triste pasó hace unos meses y todos lo hemos superado ya. Y por otro lado tenemos a mi lado derrotista que me repite una y otra vez que no la quería lo suficiente porque en el entierro no derramé ni una lágrima, sino días después. Desde la muerte de mi hermana pequeña todo cambió. Me castigo día tras día por ese acontecimiento. Quizá el que debería haberse caído por ese acantilado debería haber sido yo. Juntos nos complementábamos a la perfección, nos entendíamos tan bien que no hacía falta ni pronunciar palabra para saber lo que pensaba el otro. A mi madre le duró el día del entierro, pero después, hizo como si nada. Todos hicieron como si nada. De repente, desperté un día y todas sus cosas no estaban en casa, su cuarto había sido suplido por una habitación llena de libros que odiaba, aunque pasaba allí el escaso tiempo que estaba por casa.

Luka es mi mejor amigo, el único que estuvo allí después de la muerte de Mia y, por consiguiente, Vanesa me dejó. Rompió conmigo una semana después del entierro porque según ella tenía mucha mierda encima y no podía lidiar con todo eso.

Ni siquiera me gustaba tanto.

— Cinco minutos más. –murmuro atrayendo la sábana hacia mí de nuevo.

Escucho los pasos de Luka alejarse y sonrío contra la almohada mullida que tengo entre mis brazos. Por fin me deja dormir tranquilo. La gloria bendita no me dura ni un minuto, porque cuando vuelve, me tira un vaso de agua fría por toda la cara.

— ¡Imbécil! –digo levantándome enseguida.

— Ha funcionado. –sonríe satisfecho–. Están los demás abajo arrasando tu nevera yo que tú, bajaría antes de que la saqueen.

Gruño antes de salir por la puerta. Al llegar a la cocina los veo comer guarradas como si fueran unos depredadores. Por Dios. ¿Qué amigos tengo yo? Está claro que yo no soy el más limpio para comer, pero es que estos superan a los cerdos con creces.

— Ya que coméis, ¿podéis hacerlo sin ser unos cerdos? que luego me toca limpiar a mí.

Por supuesto, me invitaron a comer mis propios alimentos en mi propia cocina y en mi propia casa. Qué considerados.

— Estábamos pensando ir al cine. –propone James–. Echan una película de comedia romántica.

Puse los ojos en blanco al instante.

— Ni me gusta el romance ni me gusta la comedia. Hacen chistes malos.

— Así sales un poco. –contribuyó Luka.

Se hizo silencio en la cocina. Realmente no pierdo nada por ir, pero no tengo ganas.

— No me apetece, quizá otro día. –digo desganado.

— Después podemos pillar unas pizzas y jugar a la consola un rato. –dice Marco.

— O también podemos pasarnos después por una discoteca. –insiste James.

— Está bien. –cedo.

Me pongo una camiseta y me calzo con unas zapatillas, ni siquiera me molesto en cambiar los vaqueros con los que dormí anoche. Debería ducharme, pero lo arreglo con un poco de agua en el pelo, desodorante y perfume. Salimos y compramos los tickets, una vez en la sala correcta porque nos habíamos equivocado gracias a Kevin, nos sentamos en la última fila. Normalmente la gente que se sienta en última fila es para hacer cosas obscenas, pero realmente cogimos ese sitio porque ya bastante resaca tenía por la botella que me bebí como para sentarnos más adelante.

Una Inesperada PropuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora